17

2.7K 198 37
                                    


Desperté sobresaltado, el corazón galopando en mi pecho como si quisiera escapar. Me senté en la cama, jadeando, tratando de recuperar el aliento mientras la oscuridad de la habitación envolvía mis pensamientos turbios. Miré a Hanna a mi lado, durmiendo tranquilamente, y me acerqué lentamente a ella, buscando consuelo en su presencia serena.

—Fue una pesadilla horrible, cariño —susurré, mi voz apenas un murmullo en la penumbra.

Hanna abrió los ojos con una mezcla de sorpresa y preocupación al escucharme, y se incorporó ligeramente en la cama.

—¿Qué sucedió? ¿Tuve una pesadilla? —preguntó con voz somnolienta, sus ojos buscando los míos en la oscuridad.

Asentí con pesar, recordando los fragmentos angustiosos de mi sueño.

—Sí, fue horrible. Todo estaba relacionado con mi madre —confesé, sintiendo un nudo de ansiedad apretando mi pecho—. Parece que siempre hace alguna locura en mis sueños.

Hanna extendió su mano para acariciar mi mejilla con ternura, tratando de calmarme con su contacto reconfortante.

—Tranquilo, amor. Solo fue un sueño. Estamos bien —me aseguró con dulzura—. No dejes que las pesadillas te afecten. Estamos juntos y seguros.

Una sensación de alivio me inundó al escuchar sus palabras reconfortantes, y me sentí agradecido por tenerla a mi lado.

—Gracias, mi amor. Te amo —le dije con sinceridad, sintiendo cómo la tranquilidad volvía a mí al saber que Hanna estaba a salvo conmigo.

Después de asegurarme de que Hanna volviera a dormir, me levanté con cuidado y la cubrí con las mantas antes de salir de la habitación. Bajé las escaleras en silencio, con la inquietud aún palpable en mi pecho. La cocina estaba sumida en una penumbra apenas iluminada por la luz de la luna que se filtraba por las cortinas. Tomé una botella de agua del refrigerador y decidí echar un vistazo por la ventana, pero algo en mi instinto me hizo detenerme.

Miré hacia las puertas que conducían al patio trasero y sentí la necesidad de asegurarme de que estuvieran cerradas. Fui hasta cada una de ellas y giré las cerraduras con determinación, sintiendo el peso de la precaución en mis hombros. Acto seguido, activé el sistema de alarma de seguridad, asegurándome de que estuviera listo para cualquier eventualidad.

Mientras hacía todo esto, una parte de mí intentaba racionalizar mis preocupaciones como simples temores de padre primerizo, pero la sensación persistente de inquietud seguía acechando en el fondo de mi mente. Respiré profundamente, tratando de calmar mis nervios, antes de regresar silenciosamente al dormitorio donde Hanna descansaba tranquilamente.

Me deslicé bajo las cobijas y la abracé

Al día siguiente, mientras preparaba el desayuno, escuché un ligero golpeteo en la puerta principal. Al acercarme, noté que Pascal intentaba abrir la puerta, pero estaba asegurada. Al abrir la puerta, la miré con una mezcla de sorpresa y curiosidad.

- ¿qué estás haciendo aquí?- pregunté, algo desconcertado por su visita inesperada. Era la primera vez en mucho tiempo que se presentaba sin previo aviso.

Ella me miró con una expresión apenada y dijo: 

-Hijo, por favor, perdóname. Sé que te he fallado, pero quiero hacer las cosas bien. Traje el desayuno para Hanna. Es importante que coma frutas y verduras-.

Observé la bandeja que sostenía, cargada con sopa, ensalada y jugo de naranja, y aunque apreciaba el gesto, algo en mi interior se rebeló contra la hipocresía de su acto. 

-Está bien, mamá. Se lo daré cuando despierte-, le respondí con una sonrisa forzada.

Pascal se acercó y me abrazó, sintiendo su calor maternal a pesar de mis reservas. 

-Nos veremos en la cena, ¿de acuerdo?- me dijo antes de marcharse.

Una vez que estuve solo de nuevo, no pude evitar sentir una mezcla de resentimiento y decepción. Tomé la bandeja con la comida y la llevé hasta el cubo de la basura

Hanna bajó las escaleras con una expresión de confusión al verme tirar la bandeja de comida. 

-¿Por qué lo tiras?-preguntó, buscando una explicación.

-No lo sé-, respondí sinceramente, sintiendo la frustración acumulada por las tensiones con mi madre. -Simplemente no quiero aceptar nada de mamá en este momento-

Ella suspiró comprensivamente y luego me preguntó: 

-Entonces... ¿iremos con mis padres a la cena?-

Asentí con determinación. 

-Sí, quiero enfrentar esto y aceptar el asiento en Mercedes-, le respondí, sintiendo que era hora de superar mis propias inseguridades.

Hanna me abrazó felizmente, su cálido abrazo disipando las nubes de preocupación que me rodeaban. 

-El color negro te hará ver más guapo- bromeó, tratando de levantarme el ánimo.

Sonreí ante su comentario y supe que, con ella a mi lado, podría enfrentar cualquier desafío

POV'Charles

Me desperté y decidí bajar a la cocina para prepararme un café. Mientras caminaba hacia la barra, noté una lata de veneno para ratas. La observé con sorpresa, preguntándome por qué estaría ahí.

En ese momento, apareció mi madre. 

-Dios, ahí la dejé-, dijo con una sonrisa nerviosa. -Lo siento, hijo, la estoy usando para matar una rata del sótano-

Me quedé perplejo. 

-¿Ratas? No sabía que había- respondí, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda.

Mi madre asintió con seriedad. 

-Sí, y es una muy grande-agregó, con una expresión de determinación en su rostro mientras se dirigía hacia el sótano.

Born to Die - Charles Leclerc -+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora