003: El Gran Viaje Pt. 1

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Ruleta
El Gran Viaje Pt. 1
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Montevideo, Uruguay

[Narrador: Omnisciente]

Maia se levantó a eso de las dos de la tarde, había aprovechado a dormir lo más que su cuerpo se lo permitió después de tanto tiempo levantándose temprano. Tenía puesto nada más una remera suelta, no llevaba sostén ni pantalones, vivía con su hermano mellizo y a él le chupaba todo un huevo, así que no se preocupó demasiado por salir así de su habitación e ir a la cocina.
Genaro se había despertado mucho antes y ya había almorzado, es más no estaba en el departamento, pero le había dejado a su hermana una nota «Salí a pasear un rato a Rufus, vuelvo en una o dos horas... va capaz que nos terminamos encontrando en la conferencia de hoy. Dejé tu plato en el microondas, calentalo y comelo con un vaso de agua, no te tomes una chocolatada con el pastel de papas. Te quiere, Gena ♡».

Ella dejó la nota de vuelta en la mesa y programó el microondas para calentar la porción de comida en un minuto. Notó que el colorado le había mentido, el gato estaba durmiendo en el sillón, donde los rayos de sol le daban calor. «Este se está hablando con alguien y no me quiere decir» pensó, mientras sacaba el plato del microondas.
La cocina tenía una barra en forma de "L", por lo que Maia se acomodó una de las sillas altas y se sentó a comer ahí, obviamente con una chocolatada fría en el vaso porque, en parte, ése era su desayuno. Estaba por probar la comida que su hermano había preparado, cuando el timbre sonó. Se bajó de la silla sin ganas y atendió desde el portero.

-¿Y tus llaves? No importa, pasa, tengo que hablar con vos -dijo, asumiendo que se trataba de su hermano. Soltó el botón que le permitía comunicarse con quien estuviera abajo y presionó el que abría la puerta principal.

Maia y Genaro vivían en el sexto piso de un edificio con diez, por lo que pasaron unos segundos hasta que la persona que acababa de entrar al lugar golpeara la puerta.

-¿Qué las hiciste a tus llaves, Genar-? -comenzó a decir mientras abría la puerta, pero se detuvo al ver a quien tenía enfrente-. ¿Qué haces acá vos? -preguntó confundida al encontrarse a Enzo en la puerta de su departamento.

-Hola, ¿no? -Maia rodó los ojos-. Vos me abriste... ¿estás en pelotas?

Maia lo miró confundida y después se miró las piernas: claro, pensando que era su hermano, abrió la puerta como estaba, ni se preocupó por el hecho de que era raro que Genaro no tuviera sus llaves. Sin levantar la mirada de sus pies, le dijo:

-Bancame acá un ratito -cerró la puerta y corrió a su habitación a cambiarse. Enzo, por su parte, se sonreía divertido y sin poder creer lo que había pasado. Después de un rato, Maia volvió a abrir la puerta-. ¿De qué te reís?

-Nada, no importa -contestó-. Vine porque encontré esto en el bolsillo del buzo -le mostró un anillo de plata con las letras M. A grabadas en él-. Resulta que no tenías mi buzo, tenías el tuyo... ¿por qué usas talles tan grandes?

Maia tomó el anillo y al ver que no le daba su buzo, supuso que eso era todo. -Gracias -él asintió-. Y uso talles grandes porque... realmente no es algo que quiera hablar con vos, así que me voy a limitar a decirte que prefiero la ropa suelta.

Se quedaron en silencio durante un tiempo, no sabiendo qué más decirse. La realidad era que, al llevarse mal y no detenerse a resolver las cosas como los jóvenes adultos que eran, siempre iban a terminar en ese tipo de situaciones incómodas.

𝖱𝖴𝖫𝖤𝖳𝖠 || Enzo Vogrincic || Andradeverse¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora