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El único requisito que les puso Xavi para ir a la reunión era llevar camisa. El tiempo que había pasado en Londres lo había convertido en un chico que pedía un par de mínimos para ir por la vida como un verdadero caballero y claro que para Víctor fue casi una imposición porque detestaba llevar camisas y pantalones que no fueran de chandal pero estaba en Madrid y Lope había empacado una extra que no le parecía mala opción.

Cogieron un taxi, Xavi lo prefería porque podía divertirse y tomar un par de cubatas sin tanta responsabilidad. Era un sitio de moda en Chamartín. Durante el trayecto Víctor era el que más parecía sorprenderse de todo lo que veía en la calle, todo era completamente diferente a casa. Por instinto ambos amigos se cogieron de la mano para compartir la emoción de ver aquel sueño hecho realidad. Xavi les miraba de vez en vez y sonreía.

De pronto se vieron rodeados de chicos vestidos a la moda, con ropa que les parecía sacadas de la pasarela, tanto que hicieron ver con demasiada desconfianza a todos esos chicos que esperaban entrar en el local. Lope se sorprendió de ver a algunos fumar, con faldas muy cortas, pantalones demasiados anchos y algún que otro tatuaje. De pronto comenzó a dudar de la clase de chicos que Xavi tenía como amigos.

—Creo que os llevaréis a la perfección. Son chicos muy majos —dijo andando en medio de ambos —. Al principio solo eran amigos de mi amigo pero ahora creo que puedo decir que todos somos un grupo bonito, aunque con Sergio hay algo porque su novio me besó frente a él, que en ese tiempo no eran nada —haciendo una sonrisa incómoda —, pero eso dio pie a que solucionaran todo y ahora está todo bien.

—Vaya, pues sí que lo tienes claro.

—En el mundillo donde me muevo hay muchos chicos que...

—Que no me cuentes tu vida, que estamos bien con eso. Que yo tengo a Lope y no pasa nada.

—¿Qué se supone que tendría que pasar? —preguntó Lope dándole un golpe con el codo.

—Pues nada, tío, también ayúdame tú... —pero Xavi ya no les estaba prestado atención, tanto que tiró del brazo a Víctor y este a su vez a Lope para llegar al principio de la fila, intentando ignorar las miradas de los chicos que estaban ahí parados.

—Somos amigos de Nacho, nos está esperando... Xavi, Lope y Víctor.

Ambos chicos quedaron asombrados, no habían tenido que presentar el DNI para entrar en un lugar así de iluminado. Era azul, con música que no te dejaba sordo y daba espacio para charlas en las mesas alejadas de la pista de baile. Era su primera vez en un sitio así que no podían dejar de mostrarse incrédulos mirando a todas partes.

—Es muy mono el lugar, es de un amigo de Nacho, un amigo mío.

—Que pasada... —dijo Lope.

—Venid, ahí están.

Llegaron a la mesa donde ya había un par de chicos charlando y tirando risas discretas a los comentarios que cada uno contaba. Lope les miró, había pensado que de alguna forma los chicos gays de la capital serían más extravagantes, como veía en vídeos en internet, pero de momento parecían chicos de lo más normal.

—Chicos, os presento: Víctor y Lope, paisanos míos. Ellos son: Navii y Sergio, trabajan en la tele, vestuario. Leandro, Lisandro y Tirso, fanáticos del futbol y del Atleti, como debe ser. La madre de Tirso es la maquillista oficial para los desfiles de la marca donde trabaja mi tío.

Lope sintió el primer tirón por parte de Navii, que vestía una camisa de seda que le pareció mercurio hecho ropa, para saludarle con dos besos, seguido de Sergio; Leandro lo hizo rápido pero cortés; Lisandro, que llevaba una bomber increíble de onomatopeyas, y Tirso incluso lo abrazaron para darle la bienvenida. Todos notaron en la expresión de este sorpresa y casi aturdimiento que solo les causaba ternura.

Enamorarse en MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora