Pasadas las tres de la tarde todo el ambiente era diferente; el calor era más intenso y el cielo se hacía un desierto blanco, donde ni una nube se formaba, dejando a su suerte algún que otro árbol para hacer sombra. David miró su reloj y se sentó en un banco que daba a la calle de Colón, con la estatua de frente, mirando el bullicio madrileño de media tarde bajo la sombra de una de las esculturas que había en la plaza cercana al museo, su turno había terminado. Pensó en lo jóvenes y bajitos que eran los árboles que había en las aceras aledañas, el tiempo que pasaría para que dieran sombra mientras se andaba por las calles que adornaban.
Volvió a pensar en el chico que había visto, en como se hubiese acercado; tal vez en el rostro de Marco Aurelio, haría una broma sobre su falta de nariz y lo haría reír tanto como para que todo el museo se diera cuenta de que se había ganado al chico con una broma muy mala. Tal vez se reiría de sus chorradas o le miraría como un puto friki del arte antiguo, cualquier opción le hizo gracia y recargó sus codos sobre sus piernas para seguir pensando en como acercarse y ganarse a su amigo, tal vez sí...
—Hola amor —dijo una voz detrás de él que se materializó como dos brazos que rodeados su pecho y una cabeza a la izquierda de David.
—Hola cari—aceptado el beso en cada mejilla —, siempre a tiempo.
—Sí —respondió la chica sentándose a su lado, sacando de su macuto dos bocatas —, perdona pero hoy no me ha sido posible llegar antes. Toma.
—Gracias cariño —sacando del suyo un par de zumos que había comprado por la mañana.
Hubo un pequeño silencio, ambos estaban cansados. Sonia trabajaba en la cocina de un restaurante cerca de Recoletos y tenía que volver a las ocho para abrir de nuevo la cocina para la cena. Recargó su cabeza sobre el hombro de David quien ya estaba comiendo, ambos miraban el ajetreo de la calle hasta que la chica luego de su tercer bocado decidió hablar.
La complicidad de aquel silencio fue lo que los hizo acercarse en primer lugar, habían encontrado la paz el uno en el otro tanto que se habían vuelto mucho más unidos durante los últimos dos años.
—El jueves es noche de micro abierto en Calvario—anunció Sonia.
—No me digas —miró fingiendo falsa sorpresa.
—Sí, y vamos a ir —dijo con mayor seguridad al escuchar el tono burlón de David —, he reservado una mesa.
David miró a Sonia, no entendía de dónde venía aquella inseguridad de hablar de sus sentimientos o de lo que le gustaba.
—Claro —confirmó David dando una mordida al bocata —. Todo sea por la chica que le gusta a mi novia —haciendo morros para simular un beso en la boca —. Veré a una panda de raritos tocar música para raritos en una sala llena de raritos...
—Mira que eres idiota —respondió medio molesta medio avergonzada.
—Pero un idiota muy resultón.
—Pues eso sí —aceptando el beso en la mejilla que David le dio.
Eran tan cercanos como fuera necesario; desde hace dos años llevaban siendo novios falsos frente a la mirada de los padres de Sonia. Por fuera parecía un juego para tener tranquilos a sus padres pero por dentro el terror de lo desconocido la obligaba a tocar a su mejor amigo del barrio como si fuese su novio. Aquel evento había sido un gran paso en intentar acercarse a una chica que había conocido en una tienda de papelería, con la que había hablado por más de cinco minutos y que le dijo que solía ir a un bar con micro abierto.
Sus padres no dudaron ni un momento que un chico como David se fijara en su hija pues era galán y por ello todo mundo podía prever que podía tener a cualquier chica que quisiera, incluso a alguien como Sonia: de pelo rubio corto a lo chico, pantalones holgados a la cintura y tops cortos negros, con poca o nula feminidad innata, que vestía chupas de cuero vintage que ocultaban su cuerpo.
—No puedo creer que este cliché nos siga funcionando: el maricón y la bollera fingiendo ser novios, mamá —dijo Sonia más relajada con el tema.
—Eh, pero solo hasta que encontremos pareja.
Sonia miró a su amigo, ella sabía que era la responsable de que eso fuera difícil, había visto cientos de veces como chicos le coqueteaban cada vez que se animaba a llevarlo a algún local de moda en Chueca y él siempre se negaba a siquiera hablar con ellos. Sabía que estaba siendo injusta y egoísta pero David sabía que estaba buscando el mejor momento para poder decirlo sin miedo alguno.
—¿Y tú? ¿Qué te pasa? Estas muy callado, siempre me bombardeas con un montón de detalles sobre tu día, lo que aprendiste, a los chicos que te tocaron...
David la miró y luego desvió su mirada al frente. Tal vez él tampoco era tan valiente o quizá era que aquella relación falsa le hacía creer que le estaba siendo infiel a Sonia.
—No, hoy ha sido de lo más normal —dejando estar el tema para comer su bocata.
Los padres de David estaban enterados de la condición de su hijo y lo tomaron con toda tranquilidad por el hecho de que era el hijo menor y habían aprendido de los dos anteriores que lo dejaron ser. Lo que no sabían era que jugaba a ser novio de su amiga lo que era el peor secreto que les ocultaba.
—Pues tú mismo. Luego no quiero que me vengas con nada, eh.
—Que no es nada. Esta vez no... no es nada de eso.
—¡Ajá! Hay algo.
—Que no... es solo que... la universidad, me han dejado una práctica que no sé cómo la voy a hacer.
—Ya.
David dio otro bocado. El silencio comenzó a volverse pesado para él.
—¿Y si algo pasa con la chica y tú?
—¿Qué podría pasar? —preguntó casi indiferente.
—Pues... lo normal, que os gustéis, que queráis pasar tiempo juntas... que sé yo.
—¿Temes quedarte sin novia?
—Que no... pero, esto ya ha durado mucho, ¿no crees que es tiempo de... ser tú misma?
—Pero qué dices. ¿Te molesta esto?
—Que no... joder, solo digo que... —pero se detuvo al verla, sabía que su amiga era un caso perdido —, sería guay verte enamorada.
—Que mono... —le dijo con un beso en la mejilla.
—En fin... —dijo pasando bocado —, tengo que irme. La práctica que te he dicho...
—Claro.
—Perdona que me vaya así pero es que no no termino.
—Márchate tranquilo —aceptando los dos besos de su amigo que emprendió la marcha con las manos en los bolsillos.
David solía dar un paseo por la Gran Vía antes de volver al piso de sus padres en plena plaza de Pedro Zarolo, aquella tarde un poco molesto de pensar en todos los problemas que aquella relación ficticia había provocado en su vida: la primera fue que hace poco más de dos años, justo antes de iniciar con ese paripé, estaban pensando en alquilar un piso ellos dos y una chica por la que había estado Sonia pero fue esa relación la que la obligaron a mentirle a sus padres y decir que era novia de David, lo que había hecho que él siguiera viviendo con sus padres como un puto crío. Lo que desembocó en que dejaron de asistir a bares gay y él se había privado de conocer chicos o si quiera pensar en alguno, hasta esa mañana.
Pensó de nuevo en el chico de la sudadera blanca, lo feliz que haría a su madre verlo de novio, ¿qué pensarían de él si lo presentara con sus padres? Seguro le harían mil preguntas de cómo se conocieron... sí, la ilusión de tener novio había sido avivada por un chico que había visto una sola vez. Incluso pensó que sería tal vez ya estaba en edad para tener una relación estable y lo suficientemente madura como para compartir alquiler, pero claro, estaba su amiga aterrada por lo que su padre podría decir o hacer en su contra.
Tenía que sacarse a ese chico de la cabeza. ¡Le había visto una vez! ¿Cómo era posible que un amor pudiera darse a primera vista o con tan solo oler un aroma? Lo peor era que a pesar de vivir en frente de una plaza en donde estaba izada una bandera de arcoíris seguía viviendo como si estuviese dentro del closet, con una novia ficticia mientras seguía pensando en ese chico.
La soledad que lo recibió no ayudó mucho. Su madre se había ido de recados y su padre estaba en el trabajo. De pronto todo a su alrededor comenzó a sentirse incómodo, ¿qué estaba haciendo? ¿Hacía dónde estaba llevando su vida?
ESTÁS LEYENDO
Enamorarse en Madrid
Novela JuvenilEs el mítico sueño de todo el mundo: un romance de verano. Un romance desatado, lleno de emociones y sentimientos que se vuelven incalculables, que duran toda la vida pero, ¿y si no es un sueño? ¿Y si no es como lo pensabas? ¿Qué haces cuando todo s...