A pesar de no ser hora de la comida todo estaba agitado en aquel restaurante de gran categoría de todo el centro de Salamanca, era el sitio de moda e imperdible cuando visitaban la ciudad que los turistas ponían de cabeza aquel local, incluso ahí el ambiente estaba cargado de testosterona, todos quienes atendían eran hombres; ruidosos y bastos en todos los sentidos tanto que Lope hacia contraste por lo delgado que era, por el largo de su pelo. Las únicas mujeres de la familia que no habían conseguido salir de ahí eran la esposa del hermano mayor de su padre y la nuera.
Damián, el mayor de los hermanos y de su padre, era un hombre tosco, robusto y con la piel curtida de tanto trabajo; con rictus severo casi todo el rato, era el más alto y el que más pelo tenía por el cuerpo. Su tono de voz era siempre alto pero trataba de controlarlo en el local para no asustar tanto a los comensales.
—¿Dónde te metes? —preguntó con esa voz gruesa y sonora que cuando los pillaba por sorpresa asustaba incluso a sus hijos —. Llegas tarde para el turno.
—Perdonad, el ensayo...
—Miguel ha tomado tu turno —aseguró Roberto detrás de su hermano.
Lope miró como pasó aquel chico, un vecino, que soportaba mejor aquel ambiente por ser amigo de Raúl, el hijo menor de Damián y porque la paga era mejor que en cualquier otro restaurante de la ciudad justo por el ambiente.
—Vale... —respondió dejando en blanco a Damián y Roberto, los que llevaban el lugar con una minuciosidad de los que aspiraban a ser visitados por críticos de comida —, entonces vuelvo a casa —cogiendo de nuevo su guitarra y su macuto para salir por la puerta de empleados, que daba a la calle trasera, la que tenía que rodear y seguir dos calles hacia abajo para llegar a la casa de su abuelo, que mirando la hora seguro no se encontraba en ella.
Sabía que podía de vez en cuando permitirse un desplante así porque sabía que la única exigencia que su abuelo les dio a sus hijos mayores era mantenerlo en la nómina, así compensaba algunas comidas familiares a las que era también obligado ir por su abuelo o bueno, por lo menos hasta ese momento no se había negado a rechazar.
Lope miraba siempre a todos lados antes de entrar en la casa. En la calle iba siempre con cascos, así que de vez en vez miraba a todos lados para no ser pillado por sorpresa por nadie, a veces lo usaba para confirmar que nadie le viera andar con pasos de baile o imaginando tocar su guitarra, intentando aprender cada acorde que escuchaba. La soledad se había vuelto una de sus amigas inseparables que le mostró varias formas para huir de ella.
De lejos el viaje a Madrid, que Víctor le había propuesto, era la mejor noticia que había recibido en esos cuatro años, tanto que tardó un poco en que la ilusión fuera creciendo dentro de él luego de quedar en completa soledad. Lope miró su habitación, estaba más iluminada que de costumbre y eso que por la pequeña ventana que tenia en una esquina entraba la misma cantidad de sol que toda la vida que vivía ahí. Se miró sorprendido en el espejo, también su rostro mostraba cierto brillo de ilusión con la idea de salir por primera vez en verano, se acercó a abrir la ventana y vio la calle; aquellos tejados rojos que tanto le gustaba ver.
—No me lo creo —dijo por fin emocionado, dejando su guitarra sobre la silla y dejó sus cascos en la cama —, es que no me lo creo, no sé sí Víctor es un genio o un loco... bueno, sabes lo que dicen, que uno no puede ser sin el otro pero... buah, Madrid... —suspiró dejando caer su cuerpo sobre la cama con cuidado de no tirar sus cascos —, es que no me lo creo. Digo, no olvido los relatos con los que nos quedábamos dormidos pero... que pasada, por fin voy a conocer todo lo que... soñamos juntos.
Se quedó mirando el techo, aquella sensación de vacío duró poco, porque ahora sonaba todo tan real y que encajaba a la perfección, aquel verano sería ideal, según le dijeron sus compañeros de cursos más avanzados, porque el siguiente curso comenzaba con algunas prácticas que consumían el tiempo libre de los estudiantes.
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Enamorarse en Madrid
Teen FictionEs el mítico sueño de todo el mundo: un romance de verano. Un romance desatado, lleno de emociones y sentimientos que se vuelven incalculables, que duran toda la vida pero, ¿y si no es un sueño? ¿Y si no es como lo pensabas? ¿Qué haces cuando todo s...