Hora del baño

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Elvira Hancock estaba emocionada y nerviosa al mismo tiempo. Era el momento de bañar a su pequeña Vivian por primera vez, y junto con su esposo habían preparado todo meticulosamente. Con días de antelación, buscaron en varias tiendas especializadas en el cuidado de los bebés productos de gran calidad para garantizar la higiene de su niña, pues solo querían lo mejor de lo mejor. Jabones suaves, shampoos especiales, toallas mullidas, cremas delicadas y perfumes con aromas dulces llenaban el cuarto de baño.

Debido a que Elvira nunca antes había cuidado a un bebé, su determinación la llevó a pedir ayuda a la niñera que su esposo contrató y a las mucamas, gracias a que varias de ellas ya eran mayores, y por lo tanto tenían bastante experiencia adquirida gracias a sus hijos y nietos. Mientras la pequeña bañera se llenaba con agua, todas le enseñaban los secretos del cuidado infantil, dándole consejos sobre cómo y de qué partes de su cuerpo sostenerla con cuidado al momento de bañarla, o cómo frotar suavemente el jabón por su delicada piel con el fin de no lastimarla. Elvira observaba con atención, tomando notas mentales mientras ellas compartían sus experiencias.

Entre risas y consejos, Elvira comenzó a bañar a Vivian con cautela. La niñera le explicaba cómo siempre asegurarse de obtener la temperatura adecuada del agua, la cantidad y suavidad con la que debía aplicar el shampoo y la ternura que debía tener al secarla. Poco a poco, la ansiedad de Elvira se transformaba en confianza, y sin pensarlo mucho comenzaba a disfrutar de la actividad.

Después del baño, Elvira envolvió a Vivian en una suave toalla, la colocó suavemente en su cama matrimonial, la secó con delicadeza y le puso un pequeño pijamita blanco con pequeños ositos estampados en el. La pequeña lucía adorable, y Elvira la llevó con cuidado hasta su habitación, para luego darle un dulce besito en la frente antes de colocarla en su cunita, lista para dormir. Vivian, cómoda y tranquila, cerró sus ojitos mientras se sumergía en la calidez de un sueño.

Con el paso de los días, Elvira se volvió más experta en el arte de cuidar a su bebé. Los baños se convirtieron en momentos especiales de conexión entre madre e hija. Disfrutaba cada risa, cada chapoteo y cada instante que compartía junto a su niña. La niñera y las mucamas sonreían al ver la evolución de Elvira, quien había aprendido a disfrutar de esos momentos mágicos con su pequeño angelito.

Scarface - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora