Rutina diaria

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En la impresionante mansión Montana, cada mañana Elvira Hancock se despertaba alrededor de las 8 de la mañana. Las mucamas se encargaban de prepararle un delicioso desayuno, compuesto por panqueques recién hechos y jugo de fruta fresco, que Elvira disfrutaba con deleite en su habitación antes de iniciar su día.

Después de saborear su desayuno, Elvira se dedicaba a su rutina de cuidado personal. Un baño relajante de agua tibia, cepillarse los dientes, peinarse con esmero y vestirse con un cómodo pero elegante vestido eran parte de su ritual matutino. Una vez lista, se dirigía con una sonrisa y pasos ligeros hacia la habitación de su pequeña Vivian.

Con suavidad y cariño, Elvira corría las cortinas de las ventanas para dejar que la luz de la mañana entrara a la habitación, y luego despertaba a su bebita con mimos y besitos, disfrutando de cada momento junto a ella. Después de amamantarla con ternura, se dedicaba a darle suaves palmaditas en la espalda hasta que eructara, y riendo con ternura cuando por fin la escuchaba lograrlo.

El resto del día transcurría entre cuidados, juegos y risas. Elvira se entregaba por completo a su bebé, disfrutando de cada sonrisa y carcajada que iluminaba su rostro.

A pesar de las críticas que recibía de muchas mujeres por dedicarse exclusivamente a cuidar a su hija, Elvira no se dejaba afectar. Sabía que el tiempo pasaba rápido y, cuando menos se lo esperara, su pequeña ya no sería tan pequeña, tendría su propia vida y podría valerse por si misma. Elvira sabía que estaba viviendo momentos irrepetibles, por lo tanto su prioridad era disfrutar y cuidar de su adorada Vivian.

Además, aunque recibiera críticas constantes por supuestamente "no disfrutar su vida", la realidad era que si lo estaba haciendo. Impulsada por una discusión que tuvo en el pasado con Tony, Elvira se dió cuenta de que lo que él le dijo tenía razón: no sabía que hacer con su vida y se sentía vacía. En ese momento solo se limitó a enojarse con su esposo, pero poco tiempo después, cuando se enteró de que estaba embarazada, decidió que ya no podía seguir evitando su realidad y era momento de cambiar. Con mucho esfuerzo y un grupo de apoyo, Elvira poco a poco logró abandonar su adicción al tabaco y a la cocaína. Fueron días muy difíciles para ella, pero ahora se enorgullecía de estar completamente limpia y no haber vuelto a consumir ni un solo gramo de cocaína y no haber vuelto a inhalar un cigarrillo. También decidió ir constantemente con un nutricionista para que le aconsejara e informara sobre cómo mejorar su salud y ganar un poco mas de peso, mejorando así considerablemente su autoestima. Antes se preocupaba en exceso por su apariencia y, debido a sus adicciones, casi no probaba bocado, pero ahora ya no sentía vergüenza y podía comer de todo sin preocuparse.

Por otro lado, a la par que cuidaba a su niña, decidió equilibrar su tiempo y empezar a trabajar duro para cumplir su sueño de la infancia: la actuación. Hace un mes, se había inscrito en el Miami Acting Studio con el fin de comenzar a tomar clases, con la esperanza de algún día actuar en un gran escenario frente a miles de personas o ser protagonista de una película o serie de televisión, ganar su propio dinero y hacer sentir orgullosa a su niña interior, la que siempre estuvo limitada por la situación económica difícil que atravesaba su familia. Así que, a pesar de que mucha gente solo se limitaba a criticarla, la llegada de su pequeña Vivian había cambiado su vida y le había dado un motivo para mejorar como persona. Definitivamente, estaba decidida a hacer de si misma una madre de la que Vivian pudiera estar orgullosa en el futuro.

En medio de la opulencia de la mansión y todas las comodidades que esta ofrecía, Elvira encontraba su mayor satisfacción en los momentos simples y llenos de amor que compartía con su bebé. Para ella, cada día dejó de ser una tortura y se volvió un regalo, y estaba determinada a aprovecharlo al máximo, sabiendo que ahora tenía muchas razones por las cuales realmente valía la pena levantarse a diario.

Con un marido millonario que la amaba, una hija preciosa que era su adoración y su razón de ser, un armario propio repleto de vestidos lujosos, zapatos de tacón, bolsos de diseñador y joyas brillantes, baños de burbujas, maquillaje exquisito y una mansión deslumbrante en Miami completaban el cuadro de una vida de ensueño.

Elvira se sentía completa y realizada.
Estaba viviendo el sueño de muchas mujeres, pero para ella, la verdadera felicidad residía en el amor y la conexión que compartía con su pequeña princesita en la tranquilidad de su hogar, una felicidad que antes ni siquiera se hubiera imaginado que podría llegar a alcanzar.

Scarface - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora