Agust D

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Era sábado por la noche. Las luces artificiales fluorescentes adornaban la hermosa ciudad de Miami. Era el escenario ideal para que Tony Montana, junto con su mejor amigo Manny Ribera, decidieran salir a divertirse. El sitio que eligieron esta vez fue el "Miccosukee", un increíble resort que incluía hotel, spa, bares y restaurantes; pero mas importante aún, un casino abierto las 24 horas.

La vida les sonreía a ambos amigos. Pensar que hace cinco meses se encontraban aún en Cuba, y ahora habían cumplido sus sueños de obtener riqueza y poder aún les parecía una locura. Pero en especial para Tony. Había acabado con la vida de Frank López, ahora hacía negocios junto a Alejandro Sosa, estaba construyendo su propio imperio criminal y se encontraba planeando su boda con Elvira. Ya no era un empleado: ahora era el jefe, y nada le impedía salir a divertirse y despilfarrar su dinero sin importar qué.

Habían olvidado cuándo fue la última vez en la que genuinamente se divirtieron sin preocuparse por nada mas. Luego de varias horas de estar jugando y apostando en diferentes juegos, desde la ruleta y el black jack, perdiendo y recuperando dinero, decidieron que ya era hora de volver a sus hogares a descansar.

Al salir del casino, se dirigieron al lugar donde habían estacionado su Cadillac, se subieron y emprendieron rumbo a casa. Sin embargo, mientras Manny conducía por las calles, Tony vió un pequeño restaurante que, increíblemente, seguía estando abierto al público a pesar de que ya era un poco más de medianoche.

- Oye, chico. Detente aquí - dijo Tony. Manny cumplió la orden aunque con cierta duda.

- ¿Pero por qué, Tony? ¿No querías ir a casa?

- Si pero... me está dando hambre. ¿Qué te parece si entramos aquí? - le preguntó señalando el pequeño restaurante.

- ¿Estás seguro, hermano? Sabes que podemos encontrar un sitio mejor.

- Sí, ya lo sé. Es solo que... quiero comer algo ya y no hay muchos otros lugares abiertos. Además... tengo el presentimiento de que será bueno entrar ahí.

- Está bien. Tu eres el jefe - dijo Manny seguido de un bufido, resignándose.

Así, ambos amigos decidieron entrar y degustar algo, puesto que no habían comido nada dentro del casino al estar tan enviciados con el juego.

Al estar frente al restaurante, pudieron leer mejor el nombre de ese sitio: "Asian Beef Noodles Shop", escrito en letras color azul en un gran cartel encima de la entrada. Al entrar al establecimiento, Tony y Manny notaron que era un sitio bastante humilde: las paredes estaban algo despintadas, las mesas y sillas eran simples y había ventiladores colgando del techo. Ese tipo de lugares, por supuesto, no eran nada desconocidos para ellos, puesto que a pesar de que ahora podían cenar en los mejores y mas costosos y elegantes restaurantes de la ciudad gracias a su nuevo estatus económico, mas de una vez tuvieron que comer en sitios precarios como ese en el pasado. Además de que les recordaba al pequeño restaurante de comida cubana en el que ambos trabajaron por unos días, apenas salieron de la Freedom Town y antes de comenzar a trabajar para Frank.

Los cubanos se acercaron al mostrador, donde solo se encontraba un hombre tras la caja. Éste, al verlos, sonrió levemente y los saludó.

- Buenas noches, señores. ¿Qué les gustaría ordenar? - les preguntó.

Los amigos vieron el enorme cartel situado en la parte superior de la pared. Todas las opciones eran platillos asiáticos, mayormente elaborados con fideos.

- Yo pediré un plato de "jajangmyeong" - pidió Tony tras leer con detenimiento el nombre de ese platillo en el cartel, deseando haberlo pronunciado bien.

- Y yo quiero un... "jjapaguri", por favor - prosiguió Manny, con algo de lentitud al tampoco estar seguro de cómo pronunciar bien ese nombre.

- Muy bien... enseguida se los llevo a su mesa.

Scarface - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora