No se permiten roedores

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Una hermosa mañana soleada, la familia Montana se encontraba desayunando tranquilamente en el comedor de su hogar. Mientras que Tony y Elvira bebían su café tranquilamente a la vez que charlaban, Vivian se terminó rápidamente su taza de leche y salió corriendo directamente hacia el jardín. Una de las cosas que la pequeña de tres años amaba hacer mas que cualquier otra era pasear por los enormes jardines de la mansión Montana. Amaba imaginarse que era una princesa y era la gobernante de su propio mundo encantado.

Lo que la pequeña niña no se esperaba ese día era encontrarse con un visitante inesperado. Cerca de un arbusto, pudo divisar a una pequeña ardillita. Vivian se emocionó como nunca antes, pues era la primera vez que veía a una ardilla verdadera y no a una de dibujos animados. Con una sonrisa que irradiaba pura inocencia y felicidad, Vivian corrió hacia el pequeño roedor con sus bracitos extendidos, buscando tomarlo entre sus manos para acariciarlo y luego poder jugar con él.

Pero cuando ya estaba muy cerca y a punto de lograrlo, Vivian sintió como súbitamente algo impactó en su brazo izquierdo, con una fuerza tal que la hizo caer al suelo. Esto la dejó muy aturdida, y con algo de dificultad trató de ponerse de pie, mas sin embargo no lo logró, pues al mirar con mas detenimiento su brazo para intentar ver que es lo que la había impactado para haber provocado su caída, la niña solo pudo horrizarse. Lágrimas comenzaron a aparecer en sus ojitos azules y a descender por sus mejillas al ver como su brazo izquierdo se encontraba bañado en sangre. Ver esto la asustó de tal manera que la hizo pegar un fuerte grito de horror.

- ¡Mamá!¡Papá! - repetía incesantemente la pequeña, llamando desesperadamente a sus padres con su voz entrecortada por el llanto, mientras sostenía con su mano contraria su bracito herido buscando mitigar su dolor.

Acompañados de varios empleados y sirvientes en la mansión, Tony y Elvira salieron rápidamente del comedor y fueron corriendo hasta el jardín. Todos se habían alarmado y asustado al escuchar a Vivian gritar, pues esto no era habitual al ser ella una niña muy tranquila. Los Montana sintieron cómo se les salía todo el aire de sus pulmones al ver a su niña sentada sobre el césped, gritando y llorando por el dolor y el miedo. Con lágrimas en los ojos, Tony y Elvira se acercaron rápidamente a Vivian para ayudarla. Mientras Elvira abrazaba a la niña tratando de tranquilizarla, Tony comenzó a inspeccionar el brazo de su hija con cuidado. Al principio, ambos padres pensaron que solo se trataba de un corte provocado por la caída al suelo, pero cuando Tony se dió cuenta de lo que era en realidad, quedó impactado y con una expresión de horror en su rostro: en el interior del brazo de Vivian, no habia nada mas ni nada menos que una bala incrustada.

- ¡Elvira tenemos que llevarla a un hospital lo más pronto que podamos! - le dijo Tony con desesperación en su voz a su esposa, mientras se quitaba su corbata.

Tony ató la corbata alrededor del brazo de Vivian para hacerle un torniquete. Elvira tomó a su pequeña en brazos y la cargó, y ambos padres corrieron hasta donde se encontraba su limo. Uno de los empleados le abrió la puerta trasera a los Montana. Primero subió Tony y luego Elvira con Vivian en brazos, teniendo cuidado al sostenerla para no lastimarla mas, y así partieron sin mas al hospital mas cercano, dejando a todos en la mansión preocupados y orando por el bienestar de la niña. Mientras su chofer conducía lo más rápido que podía para llegar al hospital, Tony y Elvira se encontraban cada vez mas y mas preocupados, pues Vivian había dejado de llorar pero estaba comenzando a desmayarse por el dolor.

Finalmente y luego de diez minutos, llegaron al hospital. El chofe estacionó el auto y la pareja salió rapidamente. Al entrar al hospital, Tony gritó desesperadamente por ayuda. Unos enfermeros llegaron con una camilla, tomaron a Vivian en brazos y la colocaron suavemente sobre ésta, para luego dirigirse a la sala de urgencias. Tony y Elvira trataron de ir tras Vivian, pero una enfermera los detuvo y les dijo que no podían pasar, asi que a pesar de su deseo por acompañar a su niña, no les quedó de otra mas que obedecer.

Mientras los Montana estaban en la sala de espera, los doctores se encontraban en la sala de urgencias trabajando arduamente para retirar la bala del bracito de Vivian. Elvira se abrazó a Tony y éste trataba de consolarla, pues esta seguía llorando por la angustia y el miedo que habían sufrido. Por supuesto, esto no se iba a quedar así. Ambos sabían quién pudo haber sido la persona que provocó todo, y cuando su niña estuviera fuera de peligro, no dudarían en confrontarlo (y de ser necesario, torturarlo) hasta que confesara por qué lo había hecho.

A la par que todo esto ocurría, en una de las habitaciones de la mansión Montana, un hombre se encontraba caminando de un lado a otro, sin poder creer todo lo que había ocasionado, y ahora se encontraba asustado, nervioso y temeroso por su incierto futuro. Se trataba de Mark, uno de los francotiradores de la mansión.

Todo esto había comenzado tiempo atrás por una sencilla razón: su jefe, Tony Montana, no soportaba a los roedores. Ya fueran ratas, comadrejas o ardillas, Tony odiaba la idea de que estos arruinaran y estorbaran en su jardín. Por lo que un día, Tony le había encomendado a Mark la misión de deshacerse de todos y cada uno de ellos con un disparo certero y silencioso. A pesar de que Mark no estaba muy de acuerdo con esto y se sentía mal con la idea de acabar con la vida de animalitos inocentes, prefirió guardarse sus comentarios y cumplir las órdenes de su jefe por temor a enfrentar un destino mucho peor.

Ese día, Mark se encontraba en uno de los balcones vigilando como siempre lo hacía. Cerca de uno de los arbustos del jardín, Mark pudo divisar a una pequeña ardillita, así que reparó con municiones su fusil y se dispuso a cumplir con su deber. El joven francotirador apuntó con precisión esperando el momento indicado para disparar, pero lo que no se esperaba era la repentina aparición de la pequeña Vivian a través de su mira telescópica.

Esto lo sorprendió y, por accidente, disparó el gatillo. Se arrepintió al instante de haberlo hecho, pues no soportaba el pensar cómo se sentiría la niña al ver cómo la ardillita moría frente a sus ojos. Sin embargo, al escuchar el grito desgarrador de Vivian y ver desde la distancia cómo sostenía su bracito y llamaba a sus padres, se paralizó al darse cuenta de lo que realmente pasó: la bala no alcanzó a la ardilla, sino a Vivian.

Al darse cuenta de que le había disparado a la hija del jefe, Mark se asustó tanto, y antes de que alguien pudiera verlo siquiera, corrió lo mas rápido que pudo y se refugió en su habitación.

Todos en la mansión sabían que Tony había cambiado radicalmente su forma de ser desde el nacimiento de Vivian. A pesar de que seguía siendo estricto y continuaba teniendo esa mirada que lograba imponer miedo, se había vuelto un hombre mas cariñoso y comprensivo. Sin embargo, esto irónicamente también incrementó su nivel de sadismo, pues podía convertir la tierra en el mismísimo infierno si alguien osaba lastimar (o siquiera hacer llorar) a su preciosa princesita.

Mark estaba mas que consciente de esto y ahora estaba mas que arrepentido, pues aunque fue un accidente, Tony no se lo perdonaría nunca. Pero no solo él: todos en la mansión le darían la espalda y lo odiarían de igual manera. Todos amaban a esa pequeña niña y, desde que llegó a la mansión, todos le juraron amor y lealtad eterna, y cuando se enteraran de lo que él le había hecho, nadie lo ayudaría a defenderse de Tony.

Mark no sabía qué esperar, pues Tony siempre era impredecible en cuanto a castigos físicos se trataba y siempre ingeniaba nuevas maneras de deshacerse de aquellos que ya no le servían. Tal vez lo mate de un disparo, o le corte uno de sus dedos, o lo lance a su tigre mascota para que lo torture de la forma mas dolorosa con sus afilados colmillos y garras, antes de finalmente devorarlo. O tal vez, en el mejor de los casos, solo lo despida, aunque con la posibilidad de que cualquiera se lo piense dos veces antes de volver a contratarlo en cualquier trabajo.

A pesar de estos pensamientos, a Mark lo que mas le preocupaba era el estado en el que se encontraba la pequeña Vivian. Ella era la prioridad en este preciso momento y lo único que quería era verla sana y a salvo, sea cual sea fuese su destino.

Scarface - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora