Un sueño hecho mujer

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Durante una noche de verano en la lujosa mansión de Tony Montana, el aroma de las velas perfumadas llenaba el aire de su habitación, mientras el gánster se sumergía en un baño de espuma y burbujas en su tina circular. Recostado, con los ojos cerrados y la mente relajada, Tony disfrutaba de un momento de paz y tranquilidad.

De repente, la puerta de la habitación se abrió suavemente y apareció su esposa Elvira, con una sonrisa traviesa en los labios. Con pasos ligeros y solo vistiendo una bata y unas pantuflas, caminó hacia él.

- ¿Hay lugar para alguien más, mi amor? - le preguntó con una voz dulce, a lo que Tony solo asintió con una sonrisa.

Elvira, aún de pie frente a la tina, deshizo el nudo de su bata blanca, y con lentitud, comenzó a quitarsela hasta que finalmente esta cayó al suelo, quedando así completamente desnuda frente a los ojos de Tony. Ella sabía lo que era capaz de provocar en su marido, así que decidió jugar un poco con él. Y efectivamente funcionó, pues en todo momento, Tony la observaba con los ojos fijos y la boca abierta, sin decir absolutamente nada y quedando completamente absorto. No importaba cuantas veces la hubiera visto desnuda, la belleza y el cuerpo de su esposa nunca dejaban de sorprenderlo.

Entonces Tony, aún estupefacto, extendió su mano izquierda para ayudarla a entrar en la tina. La rubia tomó su mano aceptando su ayuda, y poco a poco comenzó a adentrarse en la tina. Cuando Elvira se deslizó suavemente en el agua caliente, Tony no pudo evitar acercarla contra su cuerpo, para luego envolverla en un cálido abrazo, sintiendo el suave roce de su piel contra la suya.

- Elvi, eres... un sueño. Eres un maldito sueño hecho realidad - le murmuró mientras le sacaba suavemente la liga de su cabello, deshaciendo su rodete y provocando que cayera suavemente sobre sus hombros. Elvira se había dejado crecer el cabello, y eso a Tony le encantaba y lo volvía completamente loco.

Los labios de Tony buscaron los de Elvira con pasión y desesperación, y pronto estaban perdidos en un beso apasionado, dejando que el deseo los consumiera. Elvira tomaba el cabello de Tony y lo enredaba entre sus dedos, mientras que Tony la sostenía por su espalda y la acercaba más hacia él, intensificando el beso. El tiempo parecía detenerse mientras se entregaban el uno al otro, disfrutando del placer de estar juntos en la intimidad de su habitación.

Después de un largo rato lleno de besos y caricias, ambos se separaron debido a la falta de aire. Tony se recostó otra vez en una de las orillas de la tina, pero ahora permitiendo que Elvira acomodara su espalda sobre su pecho. Mientras ella jugueteaba con las burbujas en sus manos y las soplaba con delicadeza, Tony colocó su mentón sobre su hombro y se tomó un momento para observarla con cariño, admirando su belleza y gracia.

En ese íntimo momento, la realización lo golpeó con fuerza: amaba a Elvira más de lo que hubiera pensado posible. Ella se volvió su luz en la oscuridad, su compañera en la vida y su mayor amor. Después de muchas peleas y tantas veces en las que no la valoró como debía, ahora era momento de tratarla como realmente se lo merecía y no volver a repetir sus mismos errores. Y en ese baño de espuma y burbujas, Tony Montana se dio cuenta de lo afortunado que era de tener a Elvira Hancock a su lado.

Scarface - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora