9. Jugando al Tekken

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No logra tomarse en serio mis sentimientos

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No logra tomarse en serio mis sentimientos. Tal vez para él es más sencillo jugar la carta del malentendido, pero, ¿acaso no se da cuenta de que no es así? ¿O simplemente evade la realidad, haciendo como si no existiera? En sus ojos, percibo una determinación mezclada con evasión, como si prefiriera evitar enfrentar la complejidad de lo que hay entre nosotros. Me invade una sensación de confusión y tristeza mientras me pregunto si algún día entenderemos qué siente realmente, o si este juego de apariencias continuará sin fin.

—¿Te ha echado? —caminando hacia casa me encontré a aquella chica. —Es raro porque a Cassi le gusta divertirse con chicas.

—¿Qué? —levanté la mirada, sorprendida por su comentario. Sus ojos, llenos de picardía, me examinaban con curiosidad.

—Bueno, si no es así, ¿por qué estás huyendo con esa cara tan triste? —sonrió, como si estuviera al tanto de algún secreto.

—No es asunto tuyo —intenté sonar firme, pero la preocupación se reflejaba en mis palabras.

—¿No lo es? —se acercó un poco más, como si estuviera a punto de revelar un gran misterio. —A veces, los chicos como Cassi pueden ser un poco difíciles de entender. Pero créeme, si realmente le importas, te buscará.

Me quedé perpleja ante sus palabras y, antes de poder responder, se alejó dejándome sumida en mis propios pensamientos. ¿Será cierto lo que dice? ¿Cassi realmente se preocupa por mí, o todo es solo parte de un juego?

Regresé a casa de Cassi con el corazón apretado y una sensación incómoda en el estómago. La oscuridad de la noche envolvía la calle, y solo la tenue luz de las farolas iluminaba mi camino. Cada paso resonaba en el silencio de la noche, acompañado por el eco de mis pensamientos tumultuosos.

Al llegar a su casa, noté que las luces de la calle arrojaban sombras danzantes sobre las paredes. La fachada parecía diferente en la oscuridad, cada detalle cobrando una nueva vida en la penumbra de la noche. Un suave viento movía las ramas de los árboles cercanos, creando un susurro inquietante que resonaba en el ambiente.

Al tocar el timbre, mi corazón latía con fuerza, como si quisiera escapar de mi pecho. El nerviosismo se apoderaba de mí. La espera se hizo eterna, y cuando la puerta se abrió, me encontré con la mirada sorprendida de Cassi.

La penumbra del recibidor apenas dejaba entrever sus rasgos, pero su expresión revelaba confusión. El ambiente estaba cargado de tensión, como si el aire mismo supiera que algo importante estaba a punto de suceder.

—¿Pochi? —pronunció, y su voz resonó en el espacio entre nosotros.

Mis palabras se atascaron en mi garganta, pero sabía que no podía retroceder. El momento de la verdad había llegado, y enfrentaría las consecuencias, fueran cuales fueran.

La tensión en el aire se volvía palpable mientras Cassi me miraba con una mezcla de incredulidad y molestia. Aunque mi voz temblaba ligeramente, decidí seguir adelante.

Conquistando a una Red FlagDonde viven las historias. Descúbrelo ahora