12. 𝐋𝐨𝐬 𝐬𝐮𝐛𝐮𝐫𝐛𝐢𝐨𝐬 𝐨𝐛𝐬𝐜𝐮𝐫𝐨𝐬

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Es lunes a las 9:23 a.m. Las clases se suspendieron por la fuerte lluvia que empezó en la madrugada, y menos mal, porque aún tengo los ojos hinchados.

Ahora mismo estoy sola en casa, poniendo cucharas frías sobre mis ojos para bajar un poco la hinchazón. Christian está trabajando desde muy temprano y me dejó una nota en la nevera diciendo que almorzaría conmigo. También me hizo pancakes, pero no me los comí. No pude hacerlo pensando en lo que diría mi madre.

Mientras me esfuerzo en desinflamar mis párpados, escucho palmadas en la puerta junto con el sonido del timbre repetidas veces.

—¡VOY, VOY! —Grito molesta pensando en Christian, o talvez Brady, pero lo que veo al abrir la puerta no tiene nada que ver con ellos, porque a este no lo quería ver.

—¿Timothy? —Pregunto desconcertada.

—¡Sorpresa! —Dice agitando las manos. Yo solo estoy en shock.

—¿Que haces aquí? —Digo.

—Como no hay clases y es un día lluvioso, pensé que podríamos venir y ver pelis tú y yo juntos.

—Ehh... no, no podemos. —Digo con obviedad. —Nisiquiera avisaste, ¿No te cansas de fastidiar? —Sigo diciendo en un tono muy elevado que en parte es por mi desilusión de anoche.

—¡Uy perdón!, alguien se despertó de mal humor. —Bromea mientras entra a la casa.

Me volteo viendo como abre la nevera y saca un jugo como si esta fuera su casa. Yo tengo mucha paciencia con él, y le tolero casi todo. ¿Pero como voy a tolerar que alguien venga a mi casa sin avisar y que para colmo se comporte como si ya viviera aquí?

—¿No vas a sentarte? —Dice irónicamente mientras se toma lo que agarró de mi nevera.

Yo rodeo los ojos mientras respiro hondo conteniendo las ganas de gritarle y me quedo parada junto a él sin decir una sola palabra.

—¿Por qué tienes dos cucharas afuera? —Pregunta con poco interés.

—Tengo los ojos hinchados, ¿no es obvio? —Respondo sin escrúpulos.

—Si vi la hinchazón, pero no le di importancia. —Dice.

¿No le dio importancia?, Timothy no es alguien de simplemente ignorar las cosas, no es porque le importe, es simplemente un maldito chismoso.

—Uhh, ¡pancakes! —Lo oigo decir. ¡Está comiéndose mi desayuno!

—¡Deja de comerte mi desayuno! —Le grito mientras alejo el plato de sus sucias garras y lo vuelvo a tapar.
—¿Acaso no tienes comida?, ¿o casa?, ¿o educación al menos? —Digo con voz arisca.

—Ay Antonella, que aburridita que eres niña. —Dice con la voz algo apagada bajando la mirada. ¡Finalmente se cansó!

Ya que dejó de fastidiar, me puedo sentar al lado suyo en el desayunador. Ahora tiene la cabeza abajo, y lo único que puedo ver de su cara son las numerosas marcas rojas de acné. Pero por muy poco tiempo, porque ahora recuesta su cabeza por completo en la mesa tapándose con sus brazos.

Veo como empieza a respirar irregularmente y a llorar. No sé que hacer en una situación como esta, nunca había tenido que consolar a nadie, y menos cuando mi humor está abajo. Pero pienso bien que hacer, y opto por seguir el ejemplo que me han dado mis padres.

—¿Estas llorando? ¡No seas maricon! —Le digo burlesca.

Él alza su cabeza poco a poco con cara de escepticismo. Sigue hipando, y su cabello rubio le cae sobre los ojos, tapandolos un poco.

Charming Boy • Brady NoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora