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Iba camino a la escuela cuando vi un auto negro.

El mismo vehículo que antes...

O no.

No podría notar la diferencia con tantos autos idénticos en esta metrópolis.  Maldita sea, ¿qué diablos está pasando?

Aumenté la velocidad de mi Beetle, regalo de mi abuela cuando tenía dieciséis años, pero el vehículo era increíblemente viejo y la velocidad máxima que podía alcanzar era cuarenta por hora.

Cualquier vehículo me adelantaría a esa velocidad.Las ventanillas del coche que me seguía estaban polarizadas, por lo que era imposible ver nada ni a nadie dentro.  Doblé la esquina y, por suerte para mí, había algunas personas, no es que eso detuviera nada, pero al menos me sentí protegida.

Miré hacia atrás y ya no podía ver el auto, un suspiro de alivio escapó de mis labios.

Tal vez ni siquiera me estaba persiguiendo, tal vez fue sólo una coincidencia.

Aterricé en la escuela en el momento exacto.  Kayla estaba en su clase riendo con su brazo alrededor de Heath, el hombro de mi ex casi novio.  Estaban frente a la escuela con nuestro "grupo de amigos" o más bien el de Kayla.  Para ser honesta, nunca quise ser parte de estos tontos.

— Ahí estás Zoey, estábamos hablando de ti hace un momento -Kayla se acerca a mí y me empuja por los hombros hasta quedar en el medio del círculo.

-¿Qué me pasa? ¿Puedo saberlo?

-No sobre ti, sino sobre tu hermano.  Escuché que fue arrestado ayer por conducir un auto robado y si no fuera por la fianza pagada por su padrastro Piter no habría salido de la cárcel - dice Heath mientras se mira en un pequeño espejo y se ajusta la ceja izquierda.

Tiro a Kayla de la muñeca y la alejo del grupo.

- ¿Les dijiste que arrestaron a Piter?

- Vamos, Zoey, todo el colegio lo sabe – retira su muñeca de mi agarre y masajea la zona.

- ¿Lo dijiste o no?  -Pregunto en tono serio.

- Digo, pero son nuestros amigos y-

-No, Kayla, son tus amigos, no los míos.  No me gusta que difundas las cosas que te cuento.

- Entonces deja de exagerar, todos saben que tu hermano está perdido, -pone los ojos en blanco ella

- Es curioso que ayer mismo lo defendieras.

- Cambié de opinión, ¿qué pasó?  ¿No puedo?  ¿O sólo tú puedes cambiar de opinión aquí?

- Cierto – Dejé a Kayla donde estaba y entré a la escuela.

Al pasar por el pasillo de la escuela, noté gente mirándome y algunos susurros, pero decidí ignorarlos.

Me detuve frente a mi casillero y lo abrí para sacar algunos libros y cuadernos para la clase de hoy.

Fue entonces cuando lo vi...

Estaba abriendo su casillero cuando de repente se detuvo y se volvió hacia mí.  Ahora tener mis lentes puestos y estar más cerca de él me permite verlo mejor, veo lo blanca y pálida que es su piel y lo atractivo que es, a pesar de que parece que no ha tomado el sol en años.

- ¿Esta todo bien?

Pregunto, pero no obtengo respuesta.

Simplemente regresa a su casillero, saca algo y se va sin decir nada.

Entro al salón antes que los demás y me siento solo esperando que suene el timbre para empezar la clase.

Kayla entra por la puerta y se sienta frente a mí, como de costumbre, le toma un tiempo girarse para mirarme, pero se vuelve hacia mí.

𝐌𝐀𝐑𝐊𝐄𝐃 | 𝒕𝒐𝒎 𝒌𝒂𝒖𝒍𝒊𝒕𝒛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora