𝐌𝐀𝐑𝐊𝐄𝐃 | 𝒕𝒐𝒎 𝒌𝒂𝒖𝒍𝒊𝒕𝒛

04

Me levanté y caminé por la habitación.  Me detuve frente a un espejo enorme, más grande que el mío.

Me miré al espejo con curiosidad, no había rastro de la marca que antes habitaba en mi frente.  Mi piel estaba pálida.  Mis ojos volvieron a su color natural, negro.  Mi largo cabello negro estaba perfectamente peinado, como si alguien lo hubiera peinado mientras dormía.

Mi mente estaba perturbada.  Por más que intenté asimilar lo que estaba pasando, no pude.

Una agonía invadió mi pecho y unas ganas enormes de llorar se apoderaron de mí, pero no pude derramar una sola lágrima.

- Zoey Johnson... Ven a mí... - murmuró una voz.

Miré alrededor de la habitación, buscando la voz, pero no había nada ni nadie.

Listo.  Ahora también escucho voces.

- Zoey Redbird... Sígueme hasta tu destino... - murmuró la VOZ nuevamente.

¿Zoey Redbird?  No sabía que los fantasmas se equivocaban con los nombres de sus víctimas.

Tuve la impresión de que la voz venía de la ventana.

Caminé lentamente hacia la ventana grande.  Miré hacia abajo y era al menos treinta veces más grande que la ventana de mi casa, porque ni siquiera podía ver el suelo debido a la oscuridad de la noche.

- Si saltas, no morirás, pero definitivamente te lastimarás mucho.  - una voz ronca resonó por la habitación.

Mis pies se desequilibraron y sentí que el corazón se me salía de la boca y cuando estaba a punto de caer, unas manos grandes y firmes agarraron mi cintura, impidiéndome despertar desde una altura casi como un rascacielos.

- Lamento informarte que vivirás el resto de la eternidad.  - dijo Tom mirándome a los ojos.

- No estaba intentando saltar - dije con un tono ligeramente asustado.

Nos miramos fijamente en silencio mientras él todavía me sostenía de la cintura, su mirada era fría y sin vida, tal como la veía en la escuela.

- ¿Puedes dejarme ir?  - pregunto apartando la mirada de su mirada.

Tom me soltó por unos segundos como si fuera a dejarme caer, pero me agarró nuevamente.  Mis ojos se cerraron y dejé escapar un grito agudo.  Abrí los ojos y vi una sonrisa latina en los labios del hombre cerrado.

- ¿Estás loco?

- Fuiste tú quien me pidió que te dejara ir - Una sonrisa cínica se posó en sus labios

- Bájame, Kaulitz.  - Suspiré

Me dejó y dio un paso atrás, como analizándome.

-¿Que quieres?  - Yo pregunté

- ¿Qué estabas haciendo en la ventana?

-solo estaba respirando aire fresco - miento.

Me mira buscando algunos estantes más, pero luego dice.

- La dirección te espera, quieren hablar contigo sobre tu entrada a la morada oscura.  - Se da vuelta y camina hacia la puerta y lo sigo.

Pasamos por un largo pasillo y nos detuvimos frente a una enorme puerta marrón con una enorme calavera.  La puerta se abrió sola, revelando a varias mujeres muy elegantes y hombres bien vestidos.

Me miraron sin ninguna expresión ni sentimiento.  Admito que fue un poco intimidante, pero mantuve la cabeza en alto.

- Por favor, pasa – dijo una voz masculina.