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La luz de la luna pasó por una leve abertura en la ventana de un dormitorio, iluminando el rostro del vampiro parado frente a mí, mirándome con esos ojos hipnóticos, con esa mirada de quien está a punto de succionar hasta la última gota de cordura que me queda a mí.

De alguien que está a punto de chuparme el alma y no devolverla

¿Es demasiado depravado si lo espero con ansias?

No lo sé... Quizás sean sus ojos. Su forma de mirarme parece un imán, el más grande de todos. Tirandome con fuerza bruta

Incluso si me resisto. Incluso si lo intento. Esta fuerza invisible seguirá acercándome a él.

No sé cuando dejé que elme jalara, cuando dejé de resistirme.

Pero ahora estoy aquí. Mirando al vampiro frente a mí, como una niña indefensa.

En cualquier habitación. Sin ruido de música, sin risas y gritos de alegría. Solo nosotros dos y el sonido de nuestros corazones.

Se llevó la mano a la barbilla mientras gruñía.

-Mmm...

Me está analizando.

Miré a la figura alta, deseando desesperadamente escapar de la incertidumbre de lo que estaba haciendo allí.

Se acercó, haciéndome retroceder.

- ¿Sabes cuánto adoro esa linda cara tuya? Es excitante la expresión de incertidumbre en tu rostro - Dijo con calma, con voz ronca y ahogada, mientras estaba a metros de mi cara.

Luego levantó la mano lentamente, muy lentamente, me quitó un mechón de pelo de la cara.

Lo miré fijamente mientras hacía el gesto delicado y a la vez amenazante.

Tom frunció los labios en una sonrisa sexy al ver mi expresión. Mi cara debe estar como un pimiento ahora.

Su cálido aliento golpeó mi oído mientras susurraba - Muñequita, muñequita...- un escalofrío me recorrió. Luego, de repente, selló nuestros labios en un beso simple pero a la vez áspero.

- Estoy tentado de contarte mis fantasías sobre ti, cariño - entonces bajó el tirante de mi blusa.

- Así que dilo - murmuré

-¿Por dónde puedo empezar? - levantó la vista, como si intentara recordar una lista extensa - Lo primero que quiero hacer es arrancarte la ropa como si no perteneciera a tu cuerpo cuando estés frente a mí.

Me bajó la falda con fuerza, dejando al descubierto la fina tela blanca de encaje que cubría mi coño. Tom me miró intensamente mientras me bajaba la falda por las piernas y la tiraba a un rincón de la habitación como si estuviera haciendo algo mal.

Tal vez fue

Tom dio un paso adelante, haciéndome retroceder hasta sentarme en la cama, como una rata asustada.

Llevó sus grandes manos a mis pezones y los acarició a través de la tela de mi camisa. Cerré los ojos un poco sintiendo una punzada de emoción.

Me está tomando el pelo. ¡Maldito seas!

Luego, Tom apretó mis piernas con fuerza, acercándome a su cuerpo alto e imponente. El hombre de la trenza se quedó mirando mis pezones, viéndolos marcados contra la tela de mi camisa.

Con un movimiento brusco me arrancó la blusa, liberando mis senos.

- ¡Hermosa! - dijo con emoción en su voz

Con un gesto de instinto intenté taparlos, pero Tom sostuvo firmemente mis manos sobre mi cabeza, manteniéndome acostada.

- No te atrevas a ocultármelos, muñequita - susurró cerca de mi oído, poniéndome la piel de gallina, mientras acariciaba mis pechos como si fueran lo mejor que había tocado en toda su vida - Viniste aquí por tu propia cuenta. propia voluntad, ahora solo saldrás después de que te folle hasta que tus piernas ya no se muevan. Y créeme, esto no será lo peor que obtendrás de mí.

𝐌𝐀𝐑𝐊𝐄𝐃 | 𝒕𝒐𝒎 𝒌𝒂𝒖𝒍𝒊𝒕𝒛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora