XVI

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Sirius Black realmente quería pegarse en la cabeza con un imperdonable y si era posible que fuese el Avada.

Su nada agradable cuñado acababa de mandarle un patronum y joder aquello no eran buenas noticias en lo absoluto.

Había salido de casa de su amigo James y en medio de la carretera el enorme patronum con forma de felino lo había interceptado soltando una enorme bomba.

—Regulus y yo vamos camino a Hogwarts—

¿Que demonios estaba sucediendo este año para que todo se pusiese de cabeza?

Con su fiel motocicleta en mano arrancó camino a Hogwarts. Había escuchado la situación de Lily y James y realmente no veía tan mal el castigo que le habían puesto al niño. Nada de tiempo de recreación, tendría que ayudar a los elfos en las cosinas todos los días hasta que acabara el año, limpiar todos los salones de clases, los baños, agregando que también lustraria y labaria las escobas y ropa deportiva de los estudiantes. El caso era que aquel grasoso alfa había intentado agredir a un alumno y lo dejaron impune y eso sí que no lo iba a permitir, aquello no podía quedarse así. A pesar de que Maximus no fuese su ahijado favorito aún era el hijo de su hermano del alma.

—Hace mucho que no venía a Hogwarts— La briza movia los rulos en el cabello del omega de iris plata, tan icónicos de la familia Black.

—Es lo mismo para mi cariño— Tom tomo la mano de su esposo y la entrelazo con la suya antes de caminar hacia el camino que llevaba directamente hacía el colegio que observo  y acogió durante siete años de su vida.

—La enorme cantidad de feromonas hormonales sigue igual que siempre— Río Regulus mientras entraban al pasillo central. Su cola esponjosa y felina se balanceaba de un lado a otro mientras que su propietario  ingresaba al baúl de sus recuerdos.

Tom en cambio gruñia como todo el alfa celoso que era. Regulus era un omega hermoso, un elegante gato angora era su parte hibrida y en si todo el era perfecto. Su aspecto llamaba la atención hasta de los alumnos de primer año. Como el jefe de familia no podía permitir que otros se comiesen a su amado niño con la mirada.

—Tom nadie va a robarme de ti, estoy atado a ti en cuerpo y alma— Cantureo el omega mientras movía ligeramente su cuello dejando ver una gran marca de enlace sumamente visible.— Nunca me abandonaste y créeme que yo tampoco lo are— Río dulcemente Regulus hasta que una voz saco ambos de su bonito y algo retorcido circulo de amor.

—¿Harry?— El cabello rubio y aquellos iris como una tormenta en pleno apogeo hicieron que Regulus ahogara un jadeo de sorpresa. El sin dudas era el hijo de Lucius, era como una pequeña copia de su madre. Draco en cambio pareció percatarse de su error y con una reverencia aristocrática se disculpó —Lo siento mucho señor lo confundí— La pequeña disculpa agraciada  del niño le saco de su estupefacción momentánea.

—No pasa nada pequeño Draco, es normal que nos confundamos en ocasiones —Su tono suave y cariñoso hicieron al niño mirar asombrado al adulto.

—¿Tío Regulus?— Draco pestaño suavemente antes de mirar fijamente al omega mayor quien asistió suavemente— ¡Que alegría verte!— Canturreo feliz el infante y Regulus tubo unas repentinas ganas de llorar pero solo se inclinó y abrazo dulcemente al rubio quien devolvió el abrazo gustoso. Le parecía increíble que el pequeño rubio le recordase a pesar de los años.

—¿Como haz estado pequeño Dragón? Me sorprende que me recuerdes— Río Regulus mientras charlaba alegremente con el niño. Tom por un momento pudo respirar paz y tranquilidad al rededor de su pareja.

—Cuando hable con mi padrino todos los recuerdos que había olvidado regresaron— Conto mientras aparecían las escaleras hacia las mazmorras.—¿Porque estas aquí tío Regulus?— Pregunto el niño con curiosidad y el gato angora sintió unas enormes ganas de apretar esas mejillas pálidas como el papel.

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