Encuentros

376 20 35
                                    

Mihawk supo que estaba en un grave problema cuando se disponía a irse del barco de su nuevo colega por llamarle de alguna manera. Se observó al espejo que se encontraba en la habitación y hasta ese momento se dio cuenta que su cuello, pecho y parte de sus hombros estaban cubiertos por marcas de mordidas y chupetones. Intentó recordar en cuál de las dos veces que habían tenido sexo el rubio se las hizo pero realmente fue en ambas.

-¿Cómo voy a salir así? - Exclamó el pelinegro delante de su reflejo y desde la cama se escuchó la risa divertida de Doflamingo que no hacía más que contemplarlo.

Ojos de halcón se giró para encararlo y lo apuntó con uno de sus dedos -Tú eres el culpable - Señaló con algo de molestia en la voz.

El rubio alzó ambas manos e inclinó su cabeza divertido, intentando parecer inocente pero lo había hecho con toda la intensión del mundo.

-Yo creo que se te ven muy bien... es más, regresa a la cama y te hago otras - Doflamingo dio un par de palmadas al colchón haciéndole la invitación al pelinegro mientras se relamía el labio inferior.

Mihawk suspiró y se giró regresando la vista a su reflejo frente al espejo. Estudió las posibilidades de llegar así al barco del vicealmirante pero inmediatamente la descartó, Garp se reiría en su cara y jamás olvidaría ese detalle por lo cual lo atormentaría toda la vida.

-Necesito que me des una camisa, Doflamingo - Pidió ojos de halcón viendo al contrario por medio del reflejo.

-¿Por qué? En verdad esas marcas te hacen ver demasiado sensual, ojos de halcón - Murmuró manteniendo la vista clavada en el cuerpo del contrario.

-¡Porque tu hiciste esto, porque estamos en el cuartel general de la Marina y porque seré la burla de todos los que me vean así, por eso! - Explotó el espadachín perdiendo la poca paciencia que le quedaba.

El rubio suspiró y se puso de pie para buscar alguna prenda que le fuera bien al pelinegro. Sonrió en cuanto sintió la suavidad de la una de sus prendas y la sacó del armario.

Era una sencilla camisa de satén color azul rey con unos botones blancos, nada demasiado exótico aunque bien pudo haber sacado su colección de ropa rosada pero algo le decía que el espadachín no estaría de acuerdo.

Caminó hacía él con la prenda en mano y se la tendió para que la tomara. En cuanto Mihawk hizo el intento de agarrarla Doflamingo flexionó su brazo para retirarla logrando que una mueca de confusión se instalara en el rostro de ojos de halcón.

-Te la voy a prestar con una condición - Condicionó sin borrar la sonrisa socarrona de sus labios

Mihawk se vio reflejado en los lentes del rubio y suspiró pesadamente.

-No estoy para juegos, Doflamingo, dámela de una vez - Demandó el pelinegro cruzándose de brazos.

-Primero escucha mi condición y después empiezas a pelear, pequeño asesino - El más alto jugueteaba con la camisa entre sus manos mientras observaba como el humor de ojos de halcón iba disminuyendo con cada segundo que transcurría. Le divertía la manera en la que la frente del espadachín se arrugaba y sus ojos adoptaban una tonalidad más oscura, era exquisitamente amenazador y le encantaba. -Te la voy a prestar pero me la tienes que regresar, pronto, quizás en un mes -

La expresión de Mihawk seguía siendo de pura confusión ante aquella petición.

-Si la necesitas en un mes, ¿Por qué no mejor me das otra que no vayas a necesitar? - Cuestionó sin entender.

Doflamingo rió divertido ante aquella respuesta. El pelinegro podía ser un gran estratega e inteligente para muchas cosas pero demasiado estúpido para otras.

RivalidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora