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La revelación al pueblo.
Sentimientos amargos, corazón aplazado, ese era el sentimiento las lágrimas se movían suavemente por sus mejillas.
Ya era un hecho Amram había muerto, el llanto de Jocabed fue lo que alarmó a todos.
Mical suavemente veía la escena al lado de su tío Moisés quien le dió un suave abrazo que fue correspondido.
Mical odiaba las consecuencias que dejaba la muerte, se sintió horrible cuando murió Num, sintió la angustia cuando murió Amalia.
Y ahora sentía una horrible presión en el pecho por la muerte de su abuelo.
No quería más muerte, no quería ver morir a nadie al menos no verlo sufrir.
- Adonaí...- Mical balbuceo mientras Moisés Acariciaba su espalda queriendo reprimir el mismo sentimiento que ambos sentían.
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El suelo caliente acompañado del viento fresco era una sensación gratificante, aunque no quitaba el dolor en el pecho.
El camino parecía eterno, Mical sostenía el brazo de su abuela con cariño junto con Miriam mientras delante de ellos iba el cuerpo de la persona que más admiro y la cual le dió más enseñanzas.
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Con nostalgia la muchacha miraba el montón de tierra que tenía en sus manos.
El tirarla significaba la aceptación de la partida de su abuelo, aunque muy dentro de sí nunca lo aceptaría.
Luego de Oseias soltó suavemente el montón de tierra sobre la tumba, luego colocó una roca sobre ella.
- Adonaí te reciba con gran misericordia Abuelo.
La muchacha se retiró y se acercó a su padre el cual la vió con cariño, aunque tanto el como Moisés estaban con la cara cubierta.
Moisés saco el saco dónde estaba la semilla de datilera viéndolo con gran nostalgia.
- ¿Quieres plantar la semilla de nuestro padre aquí?
- No, nosotros tres la plantaremos juntos cuando lleguemos a la tierra prometida.
- Me parece sensato además era su voluntad.
Aarón puso su mano en el hombro de su hermano y Moisés en el de Mical ambos se vieron mutuamente.
- ¿Estás listo?
- Mical, eres la voz de Dios guianos.
La castaña suspiro profundamente antes de sonreír.
