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Rápidamente bajo las escaleras para intentar perseguir ese aroma intenso, casi como desesperado. Claramente estaba en el patio, apoyado de una pequeña banca mientras Thiago le repetía que respirara lentamente. Dios mío, su rostro expresaba que la estaba pasando mal. Lo tomó de su cintura y su omega apoyó su brazo sobre sus hombros.

—Esto duele una mierda.

—Lo lamento, mi amor. Lamento que esto te duela tanto.

Agradecía que Thiago había tomado la iniciativa de traer esa maleta del bebé mientras su padre ayudaba a que mamá pudiera entrar al auto. Pero ni siquiera Guille podía ocuparse solo de su esposo, también debía llamar a Neymar para que pudiera cuidar de sus niños mientras él se encargaba de Lionel.

Llegaron hasta el hospital, donde sus hijos fueron a buscar una silla de ruedas para mamá y él ayudaba a que Lionel pudiera salir del auto. Era una situación de nervios. Su omega había roto la fuente en el auto y ahora parecía que el dolor era incluso peor. Ya no podía soportarlo y estaba apunto de gritar.

Afortunadamente les asignaron una habitación rápidamente. Aún que lo mejor era que tratara de soportar el dolor sobre una camilla, el omega no podía recostarse. Según él, el dolor se intensificaría si lo hacía. Lo único que podía hacer era tomar los hombros de su alfa y tratar de respirar.

—¿Te duele mucho? Deberíamos llamar a la doctora de una vez.

—¿Donde mierda está la doctora? —Miro detrás suyo, justo donde se encontraba la puerta— Siento que ya está descendiendo...

—Lo sé, mi vida. ¡Thiago! —Su hijo mayor levantó la mirada del teléfono de mamá, cual estaba usando para mantenerse ocupado— Ve y dile a cualquier enfermera que mamá necesita a la doctora ¡Ahora!

Asintió para bajar de ese asiento, casi en un salto rápido, pero dejando ese teléfono en las manos de su hermano mayor. Mateo miró la pantalla por esa vibración y, aún que aún no sabía leer, podía suponer que alguien llamaba a mamá—¡Papi! —El menor se acercó a él con ese teléfono sonando.

Con una mano libre tomó el teléfono para leer de quién podía tratarse y afortunadamente era Ney. Él no había contestado durante todo el tiempo que había llamado antes de entrar al hospital— Ney, te necesito ya. Lionel está en pleno labor de parto y no puedo dejar a los niños así. Por favor, debes de venir.

—Guille, no pude conseguir que alguien viniera por mi hijo. Realmente no puedo ir con él hasta el hospital.

—No... —Negó con su cabeza— Por favor no me hagas esto.

—Lo lamento, pero acabo de llamar a Sergio. Él irá. Está en camino. Disculpa, lo lamento tanto.

Al menos alguien vendría para cuidar a sus hijos.




—¿Sergio no viene a comer? —Preguntó después de haber esperado unos minutos, con una mirada muy fija en su plato— La comida se ve buenísima. 

—Llame al señor Ramos. —Esa mujer devolvió la mirada a las escaleras, por donde el dueño de la casa debería bajar— Ya debería venir. ¿Quiere que le traiga vino mientras espera al señor?

—Si, por favor-

Unos pasos rápidos descendiendo la escalera alertaron a las dos únicas personas en el comedor. El dueño de la casa trataba de vestirse con ese abrigo negro muy deprisa, mientras intentaba buscar la llave con su mirada.

—Hey ¿No comerás? Acaban de servir tu pla-

—Estoy yendo de emergencia al hospital. Come tu.

—¿Por qué tanto apuro? —Metió un poco de ese pedazo de carne a su boca mientras veía como ese alfa trataba de alistarse para salir— No veo que te estés desangrando o algo asi.

¿Qué hora son, mi corazón? - T2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora