14

66 13 12
                                    

Pidió que los dejaran solos, que nadie más pasara a la habitación hasta que ellos lo permitieran. El personal de salud se quedó mudo y salió por la misma puerta. Cuando en esa habitación no hubo nadie más que ellos dos, el corazón de ambos sintió ese verdadero dolor.

—Abrázame Guille, por favor.

Su omega aún no podía levantarse, pero parecía querer salir de la cama solo para buscar su cuerpo de una vez. No era necesario porque su esposo ya lo había tomado entre sus brazos, fuertemente, apretándolo y aferrándose a él. No podía aparentar ser fuerte cuando le habían quitado algo que significaba demasiado para él.

—Solo quiero a mi bebé. —Dijo con ese lamento tan cargado en su garganta. Podía sentir sus feromonas tan débiles, tan apagadas y tan llenas de una melancolía que simplemente dolía.

—Yo también lo quiero. Tengo mucho miedo.

—Yo... ni siquiera pude ver su rostro. No sé cómo mi cachorro luce, no sé la forma de sus manos, no pude reconocer a mi propio cachorro. ¡Mi hijo ni siquiera tiene nombre, Guille!

—Nunca quise que esto pasara, Lionel. No sabes cuánto me parte el alma que no podamos ver a nuestra cría.

—Vos al menos pudiste verlo. Vos... escuchaste su llanto y-

—Lo sé, Lionel. Pero no pude verlo bien. Nunca lo tuve en mi brazos, yo tampoco pude reconocerlo.

—Esto es una mierda.

—No es justo.

—¡No es justo! —Repitió con tanto odio en su voz— ¡Era mi cachorro! ¡Él debería estar con mamá aquí! Yo... —Volvió a tener ese dolor en su corazón cuando su omega escondió su rostro en su cuello, resistiendo ese quejido— quiero a mi papá.

Era duro, igual de duro para los dos. No soportaba escucharlo llorar y saber que no podía calmarlo como debía. Beso su mejilla, en un pequeño intento de darle ese cariño que necesitaba. Aún que él fuera su alfa y ambos tuvieran demasiados años juntos, ese hombre era su padre y sus brazos nunca le fallarían.

Aún que no había contestado durante mucho tiempo.

—Comenzaremos a buscarlo. Haremos todo lo que sea posible para nosotros.

—¿Cómo podemos hacerlo? Si Ciro no tiene una identidad, nadie sabe su rostro... mi cachorro no-

—¿Y crees que eso nos impedirá buscar a nuestro cachorro?

—Guille, por favor...

—Buscaré a nuestro cachorro como sea. Te lo juro. Lo traeré a casa.

—Guillermo...

—Te prometí todo. Prometí que nunca te perdería, que estaría a tu lado durante toda mi vida y estoy cumpliendo cada una de mis promesas. Está no será la excepción. Lo haré, traeré a nuestro cachorro a casa.

—Yo ayudaré-

—Lionel, necesitas recuperarte de esto. Acabas de parir y además sufriste un paro cardiaco.

—Eso no importa. Mi salud no importa cuando mi recién nacido se encuentra perdido.

—No te haré cambiar de opinión ¿No?

—No, no lo harás.

—Bien. Pero solo quiero que sepas algo. Aún que esta situación sea la más difícil que estamos atravesando... solo quiero decirte que te amo, que eres todo para mí.

No quedaba más que decir. Ellos debían ser fuertes y hacer todo lo que estuviera a su alcance.

Lo más normal era guardar la noticia para su familia y alrededores, pero ahora no podían hacerlo. Debían publicarlo en tantos medios posibles para que alguien pudiera ayudarlos. La policía de Francia estaba al tanto, pero era muy difícil la búsqueda. No habían huellas digitales, ninguna foto del recién nacido y tampoco contaban con el nombre "legal". Pero debían continuar hasta que algún fruto surgiera de eso.

¿Qué hora son, mi corazón? - T2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora