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No pudieron seguir discutiendo porque debían darle de cenar a sus cachorros, o esa era la excusa que Lionel había inventado para no dejar que sus palabras comenzaran a temblar. No dijeron ninguna palabra más mientras tomaban esa cena, escuchando como Thiago había pasado el mejor día de su vida junto a sus amigos. Quizá solo necesitaban estar rodeados de sus hijos para calmar las aguas.

Terminó la cena y dejaron a sus cachorros en su habitación, durmiendo para la mañana siguiente. El omega entró a su habitación, cerrando la puerta despacio. Miro los ojos de su alfa, quien estaba ya en cama y con la mirada en su teléfono. Parecía molesto... y eso lo entristecía más. Se sentía culpable de que sus palabras pudieran ser mínimamente verdad.

No quería separarse de nuevo. Necesitaba tanto apoyo ahora. Papá no contestaba ninguna de sus llamadas, tampoco ningún mensaje. Sabía que Sergio siempre está ocupado en la investigación y en su novio. Javier estaba en sus propios asuntos. Lo único que le quedaba era su esposo, su alfa, su alma gemela.

No podía llorar ahora, no ahora.

Cambio su ropa a su pijama para entrar a la cama. Su alfa ni siquiera había movido la mirada de su teléfono. Tenía mucha inquietud. ¿Por qué parecía enojado? Puso su mano en su brazo para llamar su atención y solo recibió una rápida mirada para luego volver a su teléfono.

—Guillermo...

—Duerme. Es tarde.

—¿Puedes darme un abrazo?

—¿Por qué?

—Porque lo necesito y porque soy tu esposo.

—Por favor Lionel... —Negó.

—¿Qué hice mal, Guillermo? ¿Estás castigándome?

—Deja de actuar como una victima.

—¿Por qué no quieres ni siquiera abrazarme? Te lo pido por favor.

—¿Quieres dormir? Por favor.

—¿Por qué quieres dejarme solo ahora? Ahora cuando soy el único que se queda con los niños, cuando ahora me encariñe con mi cachorro... Vos dijiste que debería hacerlo. Vos siempre me reclamaste que no le ponía mucho amor a esto...

—Te sobrepasaste. Ahora parece que solo te importa ser madre. Solo piensas en Ciro. Tú mismo dejaste de nuestra relación esté cayendo.

—No está cayendo. Yo te amo. Si no lo hiciera, nunca hubiera aceptado casarme contigo. Incluso... dejé que Ciro naciera porque era nuestro primer bebé después de una separación dolorosa. Una separación que nos afectó a los dos.

—¿Deberías decirte gracias por dejar que nuestro cachorro naciera?

—Sos un hijo de puta. —Lo dijo con esa voz temblorosa, apunto de soltar su primera lágrima— ¿Sabes lo duro que fue este embarazo cuando pase un trauma?

—Ha pasado un año. Lo superaste.

—¡Pero no se supera en solo un año! Esto me dolió demasiado. El proceso del embarazo, saber que estaba pasando por una etapa que me causaba mucha confusión dolía. Ahora que tengo este sentimiento materno ¡Un hijo de puta se llevó a mi hijo!

—¡Lo sé Lionel! —Por fin había quitado ese teléfono de su delante— ¡Yo también siento la pérdida de nuestro cachorro! ¿Tú crees que no desearía que Ciro estuviera en casa? ¿Crees que es cómodo no saber lo que está pasando con nuestro bebé?

—Pero vos lo pintas como si fuera mi culpa. Como si todo este desastre fuera obra mía.

—¿Y qué? ¿Piensas que es mi culpa?

¿Qué hora son, mi corazón? - T2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora