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Ingresó a su habitación matrimonial luego de haber cerciorado que sus hijos estaban en sus camas, durmiendo. Su omega estaba aún despierto, con las luces apagadas, pero con esa pequeña lámpara al lado suyo dándole un mínimo de luz. No necesitaba de esa luz, pues esa pantalla del teléfono iluminaba mucho más.

—¿No estás cansado? Pensé que estabas durmiendo.

—No puedo dormir sin vos, Guillermo.

—Bien, ya llegué. Ven aquí.

Entro a la cama para tomar el cuerpo de Lio, abrazando su cintura y acercando su nariz a su cuello. Seguía manteniendo su aroma y eso le daba tranquilidad. Recordaba como en su depresión post-parto, ese aroma fue amargo, tan bajo que era imposible de detectar a menos de estar cerca. Por lo menos, él estaba haciendo lo posible para que Lionel no estuviera sufriendo tanto.

—¿Tienen alguna otra noticia?

—No. —Negó rápidamente. Claro que había un sospechoso y un detenido, pero Lionel no debía saberlo. Después de ver como Sergio era considerado como un gran amigo para su omega, no podía decirle que era ese amigo quién estaba siendo interrogado como posible culpable. Estaba seguro que le rompería el corazón— Aún estamos investigando y buscando pistas físicas.

—¿No tenés sospechas de alguien?

—No lo creo. ¿Tú las tienes?

—Lamento decirlo así, pero mi mente no ha dejado de pensar en qué Andrés puede estar metido en esto.

—¿Andrés?

—Algo en mi piensa en que él ha hecho algo.

Y su sospecha no sonaba nada mal. Lo seguía pensando en esa mañana, con ese café caliente entre sus manos y con las voces de sus hijos en sus oídos. Si, tenía razón. Él podía ser un sospechoso más. Porque debía aceptarlo, Sergio no tenía la culpa en todo ese embrollo.

Aún que hoy era su turno de cuidar a sus cachorros, él podía manejar unas llamadas mientras tenía la mirada sobre ellos. Gracias a que Ciro había desaparecido, decidieron tomar medidas de seguridad que podían llamarse "excesivas", pero ambos padres vivían aterrados por el bienestar de sus hijos. Por esa misma razón sus cachorro ahora tomarían clases en casa. Era mucho más fácil vigilarlos y tenerlos cerca.

—¿Si?

—Sergio, —Dijo el nombre de ese alfa a quién llamaba— ¿Estás con Lionel ahora?

—No. Salí de la sala de reuniones porque Javi me había llamado. ¿Pasa algo?

—¿Tienen algo nuevo?

—Si, pero es una sospecha. Lio acaba de decirnos que sospecha de tu ex-novio. No solo porque... vos cometiste la estupidez de reunirte con él aquí en Francia, también porque en el pasado vos confesaste que Andrés estaba muy dispuesto a encargarse de tus cachorros como suyos.

—¿Y tiene algún sentido? Porque para mí sí.

—Si. No entiendo porque las cámaras de la clínica son de muy baja calidad, pero acabamos de descubrir que el hombre llevaba un gorro médico. Posiblemente cualquier hombre podría haber sido él.

—Podrían ponerlo bajo custodia para un interrogatorio.

—Si. Estamos buscando su paradero. Según su estado migratorio, Andrés no ha regresado a México o ha salido de Francia. Al menos no por situación aérea.

—¿No pueden verificar su salida por tren?

—No, eso sale de los límites de migraciones.

—¿Hay algo más que pueda relacionar a Andrés a la desaparición de Ciro?

¿Qué hora son, mi corazón? - T2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora