Capítulo 5: Palabras reveladoras

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Los días seguían pasando y las preguntas que acechaban en mi cabeza seguían allí. Yo hacía mis tareas de siempre, pero ahora mi expresión se volvió algo triste, pensativa. Cada vez que recordaba esas palabras, todo mi cuerpo se ponía tenso. Sólo me quedaba esperar la respuesta de Hugh a mi última carta, seguro que eso me levantaría el ánimo.

No quería seguir pensando en tonterías, y al mismo tiempo no podía evitar hacerlo. Estaba empezando a entrar en crisis, una muy peligrosa.

Por suerte para mí, Melisha no parecía querer hurgar en la herida. Se mantuvo distante las últimas semanas, no hubo insultos ni desprecios, sólo miradas fugaces. No sabía interpretarlas. Tal vez le daba lástima, o tal vez pensó que realmente no le importaba nada de lo que me pasara o pensara. Nunca lo hizo, aunque nuestra última discusión sacara a la luz cierta preocupación acerca de mi futuro. Sin razón alguna, sin más motivo que hacerme creer que yo no merecía la vida que tanto soñaba.

-Bueno... Vamos a ver.- Dijo el Sr. Tweedy, poniendo una vieja bicicleta del revés. Sí, esa bicicleta que mencionó su esposa hacía días atrás. No sé cómo pretendía que la usara, era una absoluta ruina. Ese día no había mucho trabajo y eso me hacía tener un poco más de libertad.

-Debe ser muy antigua...- Murmuré pasando la mano por el viejo manillar. Él me miró y asintió profusamente, abriendo la caja de herramientas que había en el suelo.

-Creo que era de mi padre...- Susurró. Yo asentí con curiosidad. –Oh, pero dónde está esa maldita llave inglesa...

-¿Necesitas que te ayude?- Pregunté, remangándome las mangas del vestido. Parecía una buena forma de entretenerme, arreglar una bicicleta. Mucho mejor que divagar en mis conflictivos pensamientos.

-Oh, muchas gracias, Emily.- Dijo sonriendo amablemente, sin dejar de buscar la herramienta. –Yo juraría que estaba aquí.

-¿Recuerdas dónde la pusiste la última vez?- Pregunté, echando un breve vistazo.

-Sí, estaba aquí...- Murmuró, rascándose la cabeza. –Últimamente estoy muy despistado. O eso o...

-¿O?

-No se lo digas a mi mujer... Pero yo creo que las gallinas están detrás de todo esto.- Susurró comprobando que en el granero no había ni rastro de la Sra. Tweedy. Yo fruncí el ceño y me crucé de brazos. Era una acusación ridícula, pero por lo menos dejaría que se explicara. Igual hasta tenía sentido.

-¿En serio? ¿Crees que ellas...?- Pregunté en su mismo tono discreto. Él asintió de nuevo, cogiendo un destornillador.

-Sujeta el manillar, voy a ver si consigo desengancharlo.- Me pidió. Yo obedecí, dedicando una mirada fugaz al gallinero. Los animales parecían tranquilos, pero es cierto que cada vez que conversaba con ellos, parecían escucharme. ¿Realmente serían capaces de robar al pobre Willard?

-Oh, está bien.- Dije, sin soltar la bicicleta. -¿Y para qué querrían una llave inglesa?- Decidí seguirle el juego, podría ser una conversación divertida, mucho más que cualquier otra en esos días tristes para mí.

-No lo sé...- Suspiró, consiguiendo sacar el manillar de su sitio, haciendo que me tambaleara. –Supongo que no traman nada bueno...

Yo dejé la pieza en el suelo y me agaché para comprobar el estado de ese viejo medio transporte. Al menos parecía que tenía salvación.

-¿Tramar?- Seguí preguntando. Él miró de nuevo a los lados y luego asintió mientras peleaba con las tuercas que parecían resistirse.

-A veces pienso que intentan escaparse. Pero eso no va a ocurrir, ninguna gallina escapará, eso tenlo por seguro.

Tiempos desesperados, amores inesperados (Melisha Tweedy x Fem.OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora