Esa noche cambió todo. Cambió mi manera de ver las cosas, lo que yo creía seguro en mi cabeza. Si me paro a pensarlo, aún no sé por qué motivo esa gran parte de mí lo deseaba. Puede que fuera intriga, curiosidad, un una atracción extraña, una que nunca había sentido.
Pero, aunque parecía que mi vida iba a ser completamente diferente, en realidad no hubo muchos cambios significativos.
Sí, las miradas eran distintas. Parecían furtivas caricias de vez en cuando, besos robados en el límite del peligro. Pero nada más. Yo, que creía tener todas mis dudas resueltas, me encontré no sabiendo exactamente qué había entre Melisha y yo. ¿Éramos novias? ¿Amigas? ¿Amantes? Era imposible saberlo y yo no quise preguntar. Me gustaba disfrutar de las cosas que ocurrían sin que yo lo pidiera, de esa sonrisa tan diferente, de esos besos clandestinos que siempre me sabían a poco.
-Voy a vigilar a esos bichos emplumados...- Dijo el Sr.Tweedy, levantándose de su sillón.
Era ya una rutina. Él se iba, yo me quedaba a solas con ella. Esa nueva fase me acobardaba, no me atrevía a dar un paso, me sentía más cómoda cuando era ella la que lo hacía.
-No se puede ser más idiota...- Murmuró Melisha, atenta como siempre a sus papeles. Yo la miré con una sonrisa, que ahora, ella siempre me devolvía.
Despacio y con cautela, me levanté del sofá, dirigiéndome hacia el escritorio.
-No seas tan dura con él...- Le dije en voz baja, llamando su atención. Ella me miró con el ceño fruncido y negó con la cabeza.
Yo, tímidamente, alargué la mano hacia la suya, impidiendo que siguiera escribiendo. No sabía muy bien qué pretendía conseguir con eso, pero, con un suspiro, ella me miró, acariciándome.
-Eres demasiado compasiva, mocosa.- Me susurró, tirando de mí sorpresivamente hasta hacer que me sentara en su regazo. Yo me agarré a ella, pero la fulminé con mi mirada.
-¿Puedes dejar de llamarme así?- Pregunté, fingiendo haberme ofendido. Ella sonrió más ampliamente, negando con la cabeza y robándome uno de esos besos que tato empezaba a disfrutar.
-Deja que piense...- Dijo jugando con mis manos, con una mirada reflexiva. –No
Yo rodé los ojos con un rostro divertido y miré hacia sus papeles.
-¿Qué es todo esto?- Pregunté con curiosidad, cogiendo una pequeña hoja con un sello.
-Esto, mocosa, son las finanzas de la granja.- Dijo arrebatándome el papel. –Esto es el pedido semanal de grano. Hay que tener en cuenta la cantidad que sobra para no gastar más de lo que recibimos con los huevos.
-Oh.- Dije curiosa, acomodándome en su regazo. Su agarre en mi cintura era firme, no parecía estar incómoda. Y yo tampoco lo estaba, desde luego.
Melisha suspiró, echando un vistazo a los demás documentos.
-Hoy no hay mucho que hacer... No tardaré demasiado...- Murmuró.
Yo me giré para llamar su atención.
-Podríamos hacer algo juntas.- Dije sin pensármelo demasiado. Como era de esperar, Melisha dejó lo que estaba haciendo y me miró con curiosidad.
-¿Cómo qué?- Dijo con un susurro, moviendo su otra mano a mi pierna, acariciándola de arriba abajo. Podía sentir cómo me subía el calor a la cara, cómo mis mejillas se sonrojaban. Eran unas caricias algo diferentes y eso me puso nerviosa, haciéndome bajar de ella repentinamente, tosiendo para ocultar mi vergüenza.
-Bueno...- Dije agitada. Ella me miraba de manera divertida, burlona. Seguramente sabía perfectamente que me había puesto nerviosa. Se notaba que disfrutaba haciéndolo. –Me, me refiero... No sé, podíamos dar un paseo bajo las estrellas...
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Tiempos desesperados, amores inesperados (Melisha Tweedy x Fem.OC)
RomanceCuando llegué a aquella granja nunca pensé que mi vida cambiaría tanto. Yo era una chica de ciudad, ajena al duro trabajo del campo. Nunca imaginé que todo mi mundo se pondría del revés. Nunca imaginé poder enamorarme de alguien así.