Ese breve tiempo a solas pasó como un segundo. Mientras daba vueltas a la deliciosa sopa que habíamos preparado, pensaba en todo lo que me atormentaba. Por fin había conseguido reconocer mis sentimientos, mi amor por aquella mujer, y, ¿de qué serviría? Ya lo dijo ella: de absolutamente nada. Me sentía mal, triste, impotente, pero aún había algo de esperanza, algo más de tiempo. Empecé a preguntarme si de verdad quería continuar aquella relación. Sólo sufriría más con mi marcha, sólo me causaría más dolor.
-Ahora iré al pueblo para comprar algunas cosas...- Mencionó el Sr.Tweedy, rompiendo el silencio habitual de las comidas. -¿Necesitas que te entregue alguna carta? Hace tiempo que no me lo pides.
Yo negué con la cabeza avergonzada.
-No, no es necesario, gracias.- Dije amablemente, soplando a la cuchara para que esa sopa dejara de arder como el infierno.
Melisha me miraba con una sonrisa discreta. En un principio no llegué a saber qué significaba, luego caí en la cuenta. Willard se iba de la casa por unas horas. Eso era perfecto, maravilloso, ¿o no lo era? ¿Acaso no era otra prueba del destino? Toma, Emily, unas horas a solas para que te des cuenta de cuánto amas a esa mujer.
La sensación que tuve al ver partir al Sr.Tweedy fue relajante, me sentí aliviada, libre. Teníamos toda la tarde y yo tenía un montón de cosas que quería hacer.
-Bueno, ya estamos solas, mocosa.- Me susurró Melisha, atacando mi cintura y susurrándome al oído.
-Sí...- Suspiré, agarrando las manos que rodeaban, dejándome balancear suavemente. -¿Qué quieres hacer?
-Bueno, se me ocurre...- Ella sonrió en mi cuello, besándolo sensualmente. Yo sentí un escalofrío, pero fui fuerte, no me dejé engañar.
-Eh, no me refiero a eso.- Dije zafándome de su agarre irresistible. Ella me miró divertida, con los ojos brillantes de deseo. –Podríamos hacer algo especial...- Suspiré, pensando un buen plan.
-¿Más especial que...?- Preguntó, siendo callada por mi mano y una mirada furiosa.
-No lo digas.- Dije avergonzada, consiguiendo que una risa malvada rebotara en mi mano.
-¿Ahora eres tímida?- Preguntó provocativamente, agarrando mi mano y tirando de ella hasta acercarme a su cuerpo.
-No.- Dije, apartándome todo lo que pude. –Bueno... Quizás luego podríamos...- Dije, notando cómo caían mis defensas con esa mirada maliciosa y esas suaves caricias en mi espalda. –Pero ahora no. Me gustaría hacer algo diferente, como, como dar un paseo hasta el lago.
De repente, un trueno horrible sonó detrás de mí, seguido por una fina capa de agua que comenzó a caer del cielo. Mi cara era cómica. Dejé caer mis hombros, suspirando, derrotada.
-No parece que haga muy buen tiempo para un paseo...- Siseó Melisha de manera irónica.
Yo cerré la puerta, golpeando mi hombro en su cuerpo al pasar. De verdad quería ese paseo.
-Vale, hagamos una cosa.- Dije, girándome en la puerta del salón. –Primero hacemos algo que yo quiera y después decides tú.
Ella me miró con las cejas arqueadas, pero esbozó una sonrisa tierna, asintiendo levemente.
-De acuerdo.- Dijo, entrando a la pequeña sala de estar. -¿Qué has decidido hacer ahora, mocosa?
Yo ignoré ese maldito sobrenombre y eché un vistazo a la habitación. En realidad, me había quedado en blanco. Quería hacer muchas cosas y en ese momento no se me ocurría ninguna. Mis ojos se pararon en el libro que descansaba encima de la mesa.
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Tiempos desesperados, amores inesperados (Melisha Tweedy x Fem.OC)
RomanceCuando llegué a aquella granja nunca pensé que mi vida cambiaría tanto. Yo era una chica de ciudad, ajena al duro trabajo del campo. Nunca imaginé que todo mi mundo se pondría del revés. Nunca imaginé poder enamorarme de alguien así.