Esa maldita salsa estaba por todas partes. Mis pies chapoteaban a cada paso tímido que daba mientras mis ojos buscaban desesperadamente una respuesta a esa horrible pregunta. No me costó mucho encontrarla. Ahí estaba, enganchada todavía a esa horrible máquina. Mis manos fueron directamente a mi boca y las lágrimas ya caían por mis mejillas descontroladas.
Me quedé paralizada mientras mi corazón rezaba por que se moviera, porque siguiera con vida, aun sabiendo que era prácticamente imposible. Me acerqué despacio, apartando los restos de la máquina que habían ido a parar encima de ella. Un ruido llamó mi atención, junto con un movimiento de aquel cuerpo que parecía inerte. No lo estaba.
-Melisha...- Dije con un suspiro de alivio, lanzándome al suelo, agarrándola con suavidad. Estaba viva, se movía. Mi rostro esbozó una sonrisa inevitable.
Era casi un milagro. Esa explosión fue terrible. Seguramente el estar aún atascada en la válvula le salvó la vida.
-Oh, Dios mío, ¿puedes oírme?- Dije desesperada, apoyando su cuerpo en mi regazo, abrazándolo con cariño. –Espera, voy, voy a sacarte.
Con las manos debajo de sus brazos, hice un pequeño esfuerzo para sacar su cuerpo de aquella trampa metálica. Estaba débil, al borde del desmayo, o algo peor. Pero estaba viva, ni siquiera algo tan terrible pudo con ella. Empecé a pensar que tal vez era un sueño, me resultaba absurdo, increíble.
-Emily...- Dijo con la voz débil, apagada y ronca. Sus ojos hacían un gran esfuerzo por mantenerse abiertos. Yo asentí, tratando de tranquilizarme, pasando una mano por su mejilla. –Has vuelto...
-Pues claro que sí.- Dije sollozando, cogiendo su mano. –Lo siento mucho...- Dije, negando con la cabeza, sin dejar de acariciar su rostro. –Todo ha sido culpa mía.
-No...No...- Dijo débilmente, mirándome con los ojos brillantes, agotados. Hablar le suponía un esfuerzo y eso era visible en sus expresiones. Yo le impedí continuar.
-Shhh, tranquila.... Ya estoy aquí...- Dije, calmándola con mi voz, o más bien intentándolo. Mi corazón sentía demasiadas cosas en ese momento. Tenía que centrarme en lo más importante. Necesitaba ayuda, estaba herida y no era capaz de saber cuánto. Esa horrible salsa recubría su cuerpo.
Un crujido terrible me alertó. El horror se hizo visible en mis ojos. Esa puerta, que había sobrevivido a la explosión se venía abajo encima de nosotras.
-¡Joder!- Grité, arrastrándonos a mí y a Melisha fuera de su alcance con un tirón desesperado. La puerta cayó y yo la miré aterrorizada. Eso estuvo cerca, muy cerca.
Me dejé caer en el suelo, aún asustada, con todo mi cuerpo temblando. Pero no podía perder la calma, en ese momento había otras prioridades. Me arrastré hacia Melisha de nuevo, mis brazos volvieron a recoger su cuerpo y mis ojos lo recorrieron en busca de un hueso roto, de una herida que yo era incapaz de ver a primera vista.
-Vale, vale...- Dije, recuperando el aliento después de ese último susto. –Melisha, escúchame...- Dije mirando cómo sus párpados se cerraba despacio. Yo lo impedí sacudiéndola suavemente- ¡Eh! No cierres los ojos, vamos...- Dije desesperada. -¿Puedes moverte?
Ella se mantuvo despierta, moviendo poco a poco los brazos, las manos...
-Mi, mi pierna...- Dijo con un siseo de dolor. Yo asentí, comprobando la zona que señalaba.
-Oh, Dios mío...- Dije cuando comprobé que un trozo de metal, no muy grande pero afilado, había decidido clavarse en su pierna. No parecía muy grave, pero tenía que dolerle horriblemente. –Vale, vale, tranquila...
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Tiempos desesperados, amores inesperados (Melisha Tweedy x Fem.OC)
RomanceCuando llegué a aquella granja nunca pensé que mi vida cambiaría tanto. Yo era una chica de ciudad, ajena al duro trabajo del campo. Nunca imaginé que todo mi mundo se pondría del revés. Nunca imaginé poder enamorarme de alguien así.