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Dicen que tu decimoctavo cumpleaños nunca lo olvidas

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Dicen que tu decimoctavo cumpleaños nunca lo olvidas. Desde luego, yo nunca podría olvidarlo. Sabía que la conversión sería dolorosa, era algo en lo que había pensado mucho; demasiado, quizás. No quería envejecer, no por el hecho de hacerlo sino por la posibilidad de alejarme de Edward. No quería que él estuviera congelado en el tiempo y a mí los años me pasaran por encima. ¿Cómo podría una relación sobrevivir a eso?

Aunque no sabía cómo podría sobrevivir a la nefasta fiesta de cumpleaños.

Casi agradecí que el dolor atroz no me dejara pensar. Casi.

Cuando todo acabó, cuando la garganta me ardía supuse que por los gritos que había dado durante horas (¿o eran días? No estaba segura), un mundo nuevo apareció ante mí. 

Podía ver las motas de polvo del ambiente, pequeñas partículas hasta entonces ignoradas por mis ojos humanos. Observé las paredes de donde colgaban diversos cuadros, podía ver cada trazo de los lienzos. Una parte de mi cerebro procesó que estaba en el estudio de Carlisle, Edward me lo había enseñado justo la noche de la fiesta.

Y también percibía nuevos olores. Olía a algo fuerte que me hizo arrugar la nariz, como antiséptico o un producto para limpiar demasiado potente.

-¿Bella?

La voz me hizo girar de golpe, un movimiento demasiado rápido para mi antiguo yo pero que ahora realizaba sin problema. Edward estaba ahí parado, observándome con cautela.

-Todo está bien, Bella. –su voz sonaba distinta, había perdido parte de su atractivo, como si fuera un canto de sirena al que le hubieran bajado algunos decibelios. Observé su rostro, sus ojos preocupados. Seguía igual de perfecto que siempre, incluso podía ver diferentes matices en su belleza.

-Lo sé. –fueron las primeras palabras que dije y automáticamente me llevé la mano a la garganta. Mi voz también sonaba diferente, más similar a la de Rosalie o Alice que a la mía. Cuando sobrepasé el impacto inicial, miré a nuestro alrededor, la estancia estaba vacía. -¿Dónde están los demás?

-Han decidido dejarte algo de espacio para no abrumarte. Están en la planta de abajo. –dio un pequeño paso hacia mí con su brazo extendido pero sin llegar a tocarme. -¿Cómo te sientes?

Tardé un poco en contestar porque estaba comprobando que podía escuchar los pasos de los demás justo en la planta de abajo casi como si estuvieran a nuestro lado. Mis sentidos estaban sobre desarrollados.

-Un poco abrumada y...-tragué saliva, notando el creciente ardor de mi garganta. ¿No se suponía que no podíamos sentir dolor? ¿Qué ocurría?-...me duele la garganta.

Una sombra oscureció sus ojos dorados.

-Eso es la sed. Tienes que cazar. –su mano se alzó como si quisiera ofrecérmela pero acabó bajándola y sentí una punzada en el pecho. ¿No quería sostener mi mano? Lo observé y forzó una sonrisa. -¿Vamos?

Vampire.  | Jasper x BellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora