Cuando toda tu vida cambia en un parpadeo, ¿qué estás dispuesta a dejar ir? ¿Qué estás dispuesta a dejar entrar? Era algo que pronto yo, Bella Swan, averiguaría.
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Fue la llamada de Alice la que rompió la burbuja de felicidad y tranquilidad en la que Jasper y yo estábamos desde hacía horas. La noche había dado paso a un tímido amanecer, el cual luchaba contra el nublado cielo.
-¿Alice? –preguntó confuso Jasper, aunque supuse que mi nueva hermana había usado el teléfono para no interrumpir nuestras...actividades. Honestamente, estaba demasiado satisfecha para sentirme avergonzada.
-Tenéis que venir a la casa principal. Es urgente.
Me moví entre las sábanas, intercambiando una mirada de alarma con Jasper. Ambos habíamos podido captar el tono de Alice, lo que no quería decir con palabras. El miedo.
-Vamos para allá. –aseguró Jasper antes de colgar.
Nos quedamos en un tenso silencio mientras nos movíamos para salir de la cama de sábanas revueltas.
Empecé a recoger la ropa del suelo con la incomodidad sustituyendo a la felicidad de hacía apenas unos minutos.
La llamada de Alice no sólo nos había puesto en alerta sino que había roto la burbuja en la que nada más que nosotros importaba.
¿Qué se decía en esos casos? ¿Me ha gustado? ¿Espero verte de nuevo? Bueno, eso era obvio, éramos...pareja. Aunque el término era demasiado nuevo, algo apenas incipiente.
-Debería irme a casa a darme una ducha antes de ir. -le di a mi voz un cuidadoso tono neutro.
Jasper parpadeó un par de veces hacia mí, como si él también hubiera estado metido en sus propios pensamientos.
-Puedes ducharte aquí. -aseguró con rapidez mientras sujetaba su propia ropa con una mano. Usé todo mi autocontrol para mirarle a la cara; sólo a la cara. Una sonrisa de disculpa apareció en sus labios. -Lo lamento, no era así cómo esperaba empezar el día.
-¿Cómo esperabas empezar el día?
-En realidad no había planeado que saliéramos de la cama.
Una risita que nunca esperé que pudiera salir de mí se escapó de entre mis labios. La sonrisa que me devolvió fue mucho más sincera con un destello en sus ojos dorados que provocó que me mordiera el labio inferior mientras él daba un par de pasos hacia mí.
-Aunque quizás sí que habríamos salido de la cama. –la voz de Jasper había bajado un par de tonos y su acento tejano que provocó que un escalofrío recorriera mi espina dorsal mientras su mano se apoyaba en mi cadera desnuda. –La ducha es un sitio interesante, el sofá, la mesa...
-La mesa. –repetí casi sin darme cuenta mientras me hundía en la intensidad de su mirada dorada que se oscurecía por segundos. La sonrisa que me dedicó era salvaje.
-Ajá. –pero con un parpadeo pareció volver en sí, recordar por qué nos habíamos levantando en primer lugar de la cama y con un suspiro, apartó lentamente la mano de mi cadera. –Aunque sólo nos podremos conformar con una ducha rápida en esta ocasión.
