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La noche dio paso al día

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La noche dio paso al día. La única diferencia para mis nuevos ojos era que la vegetación que estaba atravesando adquirió colores más vivos.

Un rayo de sol atravesó la casi perenne capa de nubes del cielo de Forks y se coló entre las hojas de los pinos para incidir en mí.

Frené mis pasos de golpe, observando mi piel. Mi brazo brillaba como si fuera un diamante. Lo giré ligeramente y la luz creó un efecto calidoscópico cada porción de piel que tocaba.

Fue eso lo que hizo que la realidad me golpeara. Desde que había abierto mis ojos -mis muy nuevos ojos rojos- todo había sido como un sueño febril.

Pero no era un sueño. Era real. Esta era mi nueva yo.

Pensé en Charlie. Dios mío, ¿cómo no había pensado en mi padre antes? ¿Qué pasaría con él? Alguien tendría que decirle que había muerto, no era posible tenerlo en mi vida. ¿Y Renée? Mi alocada y liberal madre cuyo corazón se rompería en pedazos.

Su pérdida se sintió como un agujero en el pecho.

¿Mi padre culparía a los Cullen? Estaba bastante segura de que lo haría; quizás incluso los investigaría.

Maldita sea, no quería darles problemas. No podían estar en el punto de mira de una investigación policial.

Apoyé una mano encima de mi corazón, no latía pero sentía la presión sobre él. Aspiré aire a bocanadas, intentado que mis pulmones funcionaran mientras me doblaba sobre mí misma. Una parte de mí sabía que no era necesario, ya no, pero no estaba pensando de manera racional.

Estaba tan absorta en mi inicio de ataque de pánico que no lo escuché acercarse.

-¿Bella?

Alcé el rostro para encontrarme con el de Jasper sólo a un par de metros. El impacto de verlo, y quiero decir verlo de verdad, aplacó mi incipiente pánico y lo sustituyó por un gruñido defensivo.

Automáticamente me llevé la mano a la boca, opacando ese sonido tan salvaje y tan poco apropiado. Era Jasper. Sí, su rostro estaba surcado de cicatrices al igual que sus brazos pero seguía siendo un Cullen.

Sonrió de forma torcida pero no fue un gesto alegre, más bien de resignación.

-Tranquila, es una reacción normal.

Negué mientras mi mirada recorría cada detalle de su rostro. Lo único que sabía de su vida era que su inicio no fue fácil, totalmente diferente al del resto según Edward; y por las cicatrices estaba segura de que había mucha lucha en su pasado. Era el primer vampiro que veía que no era perfecto. Y eso lo hacía más...cercano, de alguna forma.

-No debería serlo, lo lamento.

La risa que emitió fue parecida a la de Edward pero algo diferente, había más dolor en ella.

-¿Tú me pides perdón a mí?

Pasé mi peso de un pie a otro.

-¿Supongo?

Pude ver la fiereza en su mirada cuando la clavó en mí. Por un momento, apenas un segundo, creí que me atacaría cuando acortó la distancia y en vez de encogerme noté cómo mis músculos se tensaban, lista para atacar.

Pero Jasper cayó a mis pies. Sus rodillas clavadas en la hierba húmeda de rocío.

-Soy yo el que te tiene que pedir perdón a ti. -su cabeza cayó hacia abajo por lo que pude ver todos sus rizos rubios creando una cortina que le ocultaba el rostro. -Sé que lo que hice fue imperdonable pero tengo que intentarlo. Perdóname, Isabella.

Abrí la boca pero nada salió de ella. La volví a cerrar y después volví a abrirla, intentado que mi cerebro formará una frase lógica.

Alzó el rostro y nuestras miradas se encontraron. Había tanto dolor en la suya, tanta culpa, tanto cansancio que fue como un golpe físico.

-No hay nada que perdonar, Jasper. -conseguí susurrar. -Fue un accidente.

Y lo decía en serio. Había sido una humana rodeada de vampiros. Había estado jugando con fuego durante meses y al final me había quemado. Si alguien tenía la culpa, era yo.

-Te quité la vida. –las palabras escaparon de entre sus dientes apretados, como si le molestara que no estuviera gritándole.

-Me diste una nueva. -repliqué y mi tono se volvió suplicante. -Levántate, por favor.

Por suerte para mí, me hizo caso. No había nada agradable o romántico en tener a un hombre de casi dos metros suplicando que le perdones; las novelas románticas estaban totalmente equivocadas en eso.

-Déjame compensarte de alguna forma. –fue su turno de suplicar. Por su rostro, aún contraído por la culpa, sabía que no creería tan fácilmente que le había perdonado.

Suspiré, mordiendo mi labio inferior mientras una idea tomaba forma en mi cerebro.

-Quizás puedas ayudarme.

-En lo que necesites.

Su respuesta automática me tranquilizó un poco, al menos sabía que no se negaría.

-Necesito que me ayudes a...adaptarme a todo esto. –me señalé con el dedo para incidir en el cambio. –Siento que voy a perder el control de un momento a otro.

Sus ojos dorados me observaron, evaluándome, y me sentí algo incómoda ante su escrutinio. Odiaba que me mirasen, al menos eso no había cambiado.

-Creía que Edward te ayudaría.

Hice una mueca ante sus palabras.

-Edward ha decidido...tomarse un tiempo para sí mismo.

Vi la sorpresa tomando su rostro y me volví a sentir terriblemente perdida, terriblemente sola. Crucé los brazos firmemente bajo mi pecho, intentando protegerme de algún posible comentario hostil como: "es normal, sólo le gustabas cuando eras humana" o "nadie quiere a alguien con esos ojos".

Pero en lugar de eso dijo:

-Alice podría ayudarte con ello. Carlisle, Esme, incluso Rosalie. No te aconsejo pedirle ayuda a Emmett, sólo te enseñaría a cazar osos.

Noté cómo mis labios se curvaban ante la mención de Emmett pero volví a negar, haciendo que algunos mechones se movieran al compás. Mi pelo también había cambiado ligeramente en mi nueva vida, lo notaba más sedoso, como si acabara de salir de un anuncio y no de mi primera cacería.

-Tú eres el que más sabe de emociones. –literalmente podía manipularlas así que eso podría ser de ayuda si perdía por completo el control. -¿Por favor?

Quizás fue mi súplica o que el sentirse en deuda pesaba más que su reticencia porque acabó asintiendo. Una sonrisa completa ocupó mi cara y estiré la mano hacia él.

-¿Tenemos un trato?

Su mano atrapó la mía, apenas un apretó suave en mi nuevo cuerpo duro como una piedra. No sonreía pero su rostro se había relajado un poco.

-Tenemos un trato. -respondió con solemnidad.

Y me sentí un poco menos sola.




La imagen mental de Jasper de rodillas es lo que me hizo iniciar esta historia, lo admito🙈🙈

No sé cómo agradecer el apoyo tan grande a esta historia desde el minuto uno, muchisisisisisimas gracias, de verdad. Espero que la améis tanto como yo estoy amando escribirla❤️

Recordar darle amor y comentar, os leo siempre siempre🤭🥰

Vampire.  | Jasper x BellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora