Cuando toda tu vida cambia en un parpadeo, ¿qué estás dispuesta a dejar ir? ¿Qué estás dispuesta a dejar entrar? Era algo que pronto yo, Bella Swan, averiguaría.
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-No, Alice, no voy a ir de compras.
-¿Por qué no?
-¿Por qué probablemente mate a medio centro comercial? –usé el tono de pregunta aunque era una afirmación muy seria. Toqueteé la mascarilla que mi nueva hermana me había obligado a ponerme en la cara. –Además, ¿por qué usamos esto? No lo necesitamos.
-Pero se siente realmente bien. –respondió Rosalie desde el sillón que estaba ocupando con los ojos cerrados y el rostro cubierto por su propia mascarilla hidratante.
Estábamos en la casa de Alice, la cual era una hermosa construcción de madera con flores en las ventanas y un porche que me recodaba a una casita de cuento. El espacio interior se dividía en tres estancias: un salón con una enorme chimenea junto con un par de cómodos sillones; un sofá, un dormitorio que Alice había convertido en vestidor y un baño con una enorme bañera en la que probablemente cabrían dos o tres como yo.
Después de decidir lo que haríamos con Charlie había pasado todo el día recopilando ropa tanto de Esme como de Rosalie para moverla hacia la casa de Alice. También me había habituado un poco más a mis nuevos sentidos: todo era más colorido, más ruidoso o más vívido. Era como si al mundo les hubieran subido dos tonos y eso me abrumaba a ratos.
Jasper se había mantenido en un segundo plano pero lo sentía cuando mis emociones se desbordaban ligeramente, como una leve brisa que calmaba mi ansiedad.
Había sido idea de Rosalie tener una noche de chicas cuando llevamos todas mis nuevas pertenencias a la casa de Alice. Sorprendentemente se había mostrado más amable conmigo de lo que ni siquiera me habría atrevido a soñar y me daba miedo preguntar el por qué y que su buena disposición se evaporara.
Quizás fuera por la calma que desprendía toda la situación o porque, al tener los ojos cerrados, me sentía menos juzgada pero me atreví a dejar relucir una de mis dudas.
-¿Es aburrido ser inmortal? Quiero decir, cuando pasa la época de neófito. –pregunté en voz tan baja que el crepitar del fuego podía opacarla.
Ante mí si habría un infinito y no estaba segura de cómo sentirme. Siempre había pensado que Edward estaría ahí para vivirlo juntos pero me había dado la espalda desde el primer momento. No podía evitar sentirlo como un puñal en mi corazón y sabía que, después de asumir todos los nuevos cambios, tendría que afrontar que la persona a la que amaba me había dejado tirada.
Agradecí no tener que hacerlo en esos instantes y simplemente centrarme en los pequeños objetivos del día a día. Como saber la opinión de mis nuevas hermanas.
La leve risa de Rosalie sonaba como el agua cristalina al correr por un río: fresca y natural.
-Es imposible aburrirse con Emmett. –respondió. Abrí un ojo para ver su rostro completamente relajado. No mentía. –Aunque la vida sin él habría sido insoportable.
