Cuando toda tu vida cambia en un parpadeo, ¿qué estás dispuesta a dejar ir? ¿Qué estás dispuesta a dejar entrar? Era algo que pronto yo, Bella Swan, averiguaría.
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-Seattle está cada vez peor, Carlisle está planteándose en serio ir a ver qué está ocurriendo...
Alice seguía hablando sobre una situación que debería preocuparme a mí también pero en mi mente sólo había sitio para lo que había ocurrido ayer.
Había besado a Jasper.
Había besado a Jasper y él había correspondido mi beso.
Y después había salido corriendo de él.
¿Podría dar más vergüenza? Porque me sentía terriblemente ridícula.
Lo primero de todo era, ¿por qué lo había hecho? Me dejé llevar por un impulso, eso estaba claro.
Estaba emocionada por haber conseguido ver a Charlie. Me sentía casi con el poder de hacer cualquier cosa.
Y lo hice.
No podía negar que Jasper me atraía. Ya no, al menos.
No sólo se había convertido en un buen amigo sino también en unos de mis principales apoyos en mi inmortalidad. Y no era de piedra, él era...atractivo. De una forma muy diferente a Edward.
Edward.
¿Qué clase de persona besa al hermano de su ex novio?
Yo no era así de impulsiva. ¿O sí? Quizás era la parte de Renée que habitaba en mí saliendo a la luz.
-¿Hola? ¿Bella?
La mano de Alice se agitó a pocos centímetros de mi rostro y parpadeé saliendo de mis pensamientos para encontrarme con sus cejas arqueadas y sus ojos observándome entre preocupada y curiosa.
-Sí, perdona, estaba pensando...-me apresuré a decir mientras ella se dejaba caer a mi lado en el sofá con sus movimientos delicados que hicieron que el movimiento fuera más similar al de un pájaro que se posa con delicadeza en una rama.
-Creo que no pensabas en Seattle. –adivinó.
-No, yo no...-un suspiro salió de mi interior antes de reunir el valor suficiente para mirarla y soltar la verdad, de golpe, como quien se quita una tirita. –He besado a Jasper.
Los ojos de Alice se abrieron cómo platos y parpadeó un par de veces lentamente, lo que le hacía ver como una pequeña hada totalmente confusa.
-Eso...eso no lo vi venir. –dijo por fin, rompiendo el silencio que se había instalado entre nosotras tras mi confesión.
No sé por qué una risa algo histérica salió de mi boca al escucharla. Ella. La vidente. No viendo venir mis acciones. Bueno, desde luego yo tampoco lo vi venir.
-Lo siento...-me apresuré al decir tras soltar la carcajada, llevándome los dedos a los labios como si así pudiera contener todo lo que sentía dentro. –Es que...es...
