Capítulo 10

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Habían pasado por lo menos tres horas hasta que Lucy recobró la conciencia, se sorprendió mucho al ver que estaba recostada en la cama del científico Darwin.
-¿cómo volvió aquí? Me dirigía para Europa hace muy poco.
-De que hablas Lucy- Señaló Alberto- no hemos salido de la casa del profesor Darwin en ningún momento.
Darwin estaba pensativo y muy callado, tratando de encontrará una explicación a lo que acababa de ocurrir, el cambio en la actitud de Lucy, su fisionomía en la cara y su repentino paso por Europa le recordó algo que había estudiado en las pocas sesiones que hizo cuando quiso estudiar psiquiatría antes de dedicarse a la ingeniería genética. El veterano genetista empezó a hablar lentamente y tranquilo.
-Algunos gemelos... Nacen con...- pensaba muy bien cada palabra lo que hacia mas lento de lo necesario- una capacidad especial... Para comunicarse... Algunos creen que es telepatía,... No hay ninguna prueba veraz... Pero... La falta de pruebas en en humanos... Stephen y Lucy no son humanos... ¿Tal vez?...
-Dime Lucy- dijo Alberto desesperado por la lentitud de Darwin- Que fue exactamente lo que viste.
-Destrucción, caos, muertos, fuego- Lucy mencionaba cada palabra asustada, temblando y con la cabeza mirando al piso- Luego vi un gran charco de agua y muy a lo lejos una gran torre triangular apoyada en cuatro patas.
-La torre Eifel- adivinó Alberto.

El siguiente paso era dirigirse hacia París, Francia. Pero hubo algo que los retuvo en Bogotá y era que para cuando hubiesen llegado toda Europa ya estaría destruida, Stephen era implacable y peligroso, además de muy inteligente y preventivo, si su plan era destruir las grandes estructuras lo haría tan fácil como comprar un chicle en una tienda. Debían pensar muy bien los pasos a seguir antes de ponerse en marcha.

Mientras ellos pensaban lo que iban a hacer Stephen destruía Francia, España, Italia, Grecia y Alemania. Las fuerzas armadas y ejércitos empezaron a abrir fuego y combatir a un nuevo monstruo, los ejércitos rusos y ucranianos se aliaron formado una barrera protectora para defenderse, pero fue inútil, las balas no lograban penetrar la epidermis ni causarle el más mínimo daño, con sus electrocorporeos generaba ondas que desactivaba torpedos y con los mismos cortaba la cabeza de los humanos de la forma más limpia jamás vista, la gente se asustaba pero correr y esconderse era inútil, era un monstruo que nadie podía parar. Las autoridades estadounidenses decidieron tomar medidas, las calles europeas recibieron agentes americanos mejor equipados que las fuerzas locales, este alivio duró veinticuatro segundos, ningún arma le hacia daño y mover la yugular causando una explosión de sangre era posible a dos metros de distancia, el terror se había desatado en todos lados y no había forma de evitar el holocausto. La humanidad parecía condenada. Pero había algo que Stephen no había descubierto de su propio cuerpo, su única debilidad...

Anti HomoSapiensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora