Capítulo 1: Una Nueva Raza

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Alberto Contreras estaba muy ansioso esa navidad por destapar los regalos, había sido un gran año para su familia. Su padre había sido ascendido y por fin habían llegado a los Estados Unidos, había cumplido su sueño, reconocimiento y prestigio en la medicina, y con su familia al lado para la navidad que seguía siendo bastante colombiana, pero celebrada en el norte. Su hijo destapada el regalo con gran entusiasmo, un juego de química básica, en ese momento el pequeño niño no le vio ninguna utilidad, pero años después se convertiría en su juguete favorito por mucho tiempo y practicante el único, a los dice años lo cambio por uno más avanzado. Era el peor en el colegio, indisciplinado, vago, y mil cosas más decían sus maestros a demás de que casi nunca asistía, pero sus notas rozaban la perfección y apenas término el bachillerato decidió volver a Colombia para estudiar ingeniería genética y microbiología, principalmente quiso estudiar en los Estados Unidos, pero su padre no le vio ninguna utilidad a estos estudios y lo dejó sólo y por su cuenta, al principio fue bastante complicado conseguir alojamiento y trabajo, en cambio el el examen de la nacional fue bastante sencillo, y a partir de ese momento las cosas parecieron ir mejorando, con algunos compañeros alquiló una casa, tras seis largos años de estudio se graduó con honores, el último semestre era práctica laboral y consiguió un puesto aceptable para un principiante, en Villa de Leyva, un pequeño laboratorio dedicado a buscar nuevos virus y bacterias. Estaba inconforme, quería algo más.

Tras varios años de trabajo renunció y se encerró en un pequeño laboratorio que el mismo armó en Ibagué, jugaba con óvulos y espermatozoides de gente importante. Creaba a sus hijos a pedido, si los querían rubios, altos, pelo negro o castaño, evitando alergias y disminuyendo las probabilidades de que enfermasen. Conocía el riesgo que corría con su clandestino laboratorio, era ilegal e inmoral y lo único que le alegraba era haber vivido pasada la inquisición y no correr el riesgo de ser torturado por un clérigo, eso y el dinero que le dejaba su trabajo ilegal.

Años después abrió una empresa genetista en Medellin y Bogotá en la cual consiguió un cargo bastante elevado y que le permitía seguir trabajando y enriqueciéndose en la creación de niños, lo cual dejó poco tiempo después de trabajar, se había obsesionado con la perfección, pero no la hallaba en ninguno de sus empleos, clonar ganado, mascotas u órganos humanos con fines médicos era un procedimiento muy sencillo en el cual estaba limitado a usar material genético de un animal y hacerlo igual con las mismas fallas que la naturaleza le había dado, nada de creatividad ni dificultad; los órganos humanos era mil veces más básico, sólo era duplicar una y mil veces la misma parte de un ser tan defectuoso como el humano. Pero en su trabajo ilícito si quería mejorar al ser humano, más de una vez había sido imposible embarazar a una mujer por su óvulo defectuoso o incompatibilidad entre el óvulo y espermatozoide de las parejas, a demás de múltiples rechazos de desaparecer los órganos vestigiales de sus hijos.

¿Con qué fin seguir si no podía hacerlo de forma perfecta? Creía que la evolución y selección natural se había equivocado al darnos la oportunidad de seguir con vida , ese mismo día estaba listo para darle fin a su vida, pero un segundo antes de suicidarse abrio los ojos, tenía toda la capacidad de crear un humano perfecto, o no, hacer una pareja de humanos perfectos, cambiarlo todo ser un Dios, ser un creador. El fin del humano estaba cerca, un ser superior, la línea evolutiva seguiría su curso, australopitecos, homo abilis, homo erectus, neardental, homo sapiens sapiens seguiría sólo uno más de la lista. No tenía ningún plan pero se había decidido a hacer el homo perfectus "hasta el nombre es perfecto" pensó.

Anti HomoSapiensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora