Capitulo 39 (Epilogo 2)

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Unos pasos rapidos se escuchaban por un pasillo totalmente de mármol. Cada columna era de un color negro brillante que contrastaba con los muros de un rojo sangre. El piso, de una porcelana gris, reflejaba las pocas luces emitidas por los candelabros dorados que guindaban del techo. No había ningún tipo de decoración a la vita. Ni un cuadro, ni una estatuilla, ni un jarrón. Nada. La simplicidad del lugar era total que maravillaba a cualquiera. Los colores y texturas de la estructura eran suficientes para el gusto simplista de su dueño.

Después de unos minutos, esos pasos se detuvieron en una puerta de caoba. Media unos 5 metros de alto y 4 de ancho, lo que daba la impresión de que lo que escondía al otro lado era algo sumamente importante o del otro mundo. Pero no era asi. De aquel otro lado, simplemente se encontraba una pequeña estancia de descanso por asi decirlo. Pero no era cualquier estancia, no. Allí se encontraba la mas grande biblioteca de esa dimensión. Una de tantas, pero no menos importante. Allí se podían encontrar copias de los libros mas importantes del mundo, muchos de ellos que datan de los principios del tiempo. Inclusive existían, aunque pocos, tomos únicos de ciertos libros los cuales jamas llegaron a ser reproducidos debido a su contenido tan controversial.

Entre ellos se encontraba uno muy poderoso. No tenia nombre. No lo necesitaba ya que era único. No había ni habrá uno como ese. Era un libro prohibido. Su contenido, si caia en manos equivocadas podía resultar el arma mas peligrosa existente en el universo.

Y dicho libro se encontraba en manos de un joven de cabellos rubios y ojos de un azul claro, frios como hielo sin ningún atisbo de emoción alguna. Se encontraba tan concentrado que no se percató que tenia compañía sino hasta que escuchó la voz temblorosa de su lacayo.

-"Mi señor... perdón el atrevimiento pero, nos han llegado noticias de Chanyu. Al parecer... pues... falleció"- dijo un hombre de edad adulta, no mas de unos 40 años, cabellos negros azabache, tirando a canosos, con unos ojos grisaseos que perdieron esa luz hace ya muchos años.

El joven de ojos como el hielo cerró sus ojos y suavemente cerró el libro, dejándolo como si nada sobre la mesa de lectura abarrotada de otros libros, todos con diferentes temas, variando desde control mental hasta posesiones y maldiciones. Una vez desembarazado del libro, el joven se volvió hacia su lacayo, sin siquiera inmutarse con las palabras que acababa de escuchar.

-"Lo temia. Era un inútil de todas maneras. Su corazón estaba cegado por la venganza, eso lo hizo vulnerable. Es bueno que ya no exista. Su mera presencia me daba asco. Jamas pude entender como "ella" lo aguantó durante esos años... pero no puedo negar que hizo mas de lo que esperaba. No pensé que seria capaz de encontrarlo. Ni a él ni al otro. Tomando en cuenta sus diferentes proveniencias, lo menos esperado era que se encontraran en el mismo sitio. En la misma familia. Jajajaja. Pudo ser un completo inepto, pero consiguió una de las cosas que mas necesito. Algo que estuve buscando desde que tengo conocimiento. Y ahora que lo encontré podré llevar a cabo mi plan"- dijo el joven con la vista perdida, como si estuviera recordando algo o imaginando algo de su agrado ya que su boca se torció en una sonrisa macabra, logrando asustar aun mas al pobre hombre.

-"Mi... mi señor?"-

El joven pareció reaccionar y recordar que no estaba solo, asi que con una mirada mucho mas fría y atemorizante le dijo –"No es algo de tu incumbencia. Lárgate. Y mientras estas afuera dile a mi querida IU que venga. Tengo planes para ella"-

El hombre solo inclinó su cabeza y desapareció lo mas rápido que pudo. La mera presencia del joven amo era... escalofriante. No podía comprender como alguien de tan corta edad de 15 años era capaz de semejante aura oscura y de maldad. Y no planeaba averiguarlo.

Una vez solo, el joven se dispuso a caminar hacia un ventanal gigante al fondo de la biblioteca. Su vista, un valle totalmente de otro mundo. Arboles frondosos, de diferentes tonalidades de verdes, tamaños variados y uno que otro dando frutos de infinitos sabores entre lo dulce, lo acido y lo amargo. Estaba anocheciendo al parecer. O era amaneciendo? Ya ni sabia. Había perdido la nocion del tiempo desde que descubrió ESE libro en su propia biblioteca. Jamas pensó que semejante tesoro estuviera bajo su mismo techo.

Suspiro.

-"Muy pronto te daré una pequeña visita... querido hermano"- dijo el joven mientras jugueteaba un pequeño anillo entre sus dedos.

Un anillo plateado en su totalidad pero con una pequeña franja de diamantes azules.... tan azules como sus ojos.

Legión de Ángeles. (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora