Capítulo 4

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Gavin.

Flynn me abre la puerta dándome una pequeña sonrisa.

—Estaré aquí, por si necesita que lo lleve de vuelta.

Asiento.

La casa de mis abuelos queda ubicada en una zona rural a las afueras de la ciudad. Ya que esta casa es demasiado grande para estar en la ciudad. La finca cuenta con una casa grande de dos plantas, la estructura está hecha de piedra y madera. En la parte trasera de la casa hay más terreno. Una caballeriza para los dos caballos de mi abuelo, una marranera, dónde los más de cuatro cerdos adultos, donde procrean y viven felices con sus criaturas, también está la casa de los conejos, el lago donde mi abuela pasa sus mañanas con un libro, una taza de café y comida para los peces.

Rodeo la casa hasta el patio trasero donde hay una mesa larga de madera beige llena de comida. Los invitados beben y comen mientras conversan. Busco a mi abuela y la encuentro saliendo con una bandeja, mi madre camina a su lado. En cuanto me ven, sus ojos brillan y se les dibuja una sonrisa grande en sus rostros.

Mi abuela le entrega la bandeja a mi abuelo y trota en mi dirección. Enrolla sus brazos en mi cintura y posa su mejila en mi pecho.

—¡Mi niño! Me alegra tanto que estés aquí. Te hice un postre, si no hubieras venido, te lo habría enviado con Flynn.

—Hola, grandma.

La aprieto con mis brazos, agachándome para estar a su altura. Mi madre se une al abrazo y yo me siento completo con mis dos mujeres favoritas a mi alrededor. Unos minutos después, nos unimos a la mesa. Saludo a todos los presentes hasta que solo me quedan dos personas. Personas que no me agradan y sé que no fueron invitados de mis abuelos, sino de mi padre.

Me tenso con tan solo hacer contacto visual con la hija, quien me sonríe atontada, mientras que la madre me mira con los ojos entrecerrados.

—Buenas noches, espero disfruten la cena —y termino con asentimiento de cabeza.

Tomo asiento al lado de mi abuelo, que me acaricia la mano, dándome una sonrisa reconfortante.

—¿Cómo te va, hijo?

—Muy bien, grandpa. Ya me falta este semestre y obtengo mi título —le digo emocionado.

—Me alegra mucho —se acerca a mi—. Voy a quitar un par de cuadros de tu padre en la pared, para dar espacio para los tuyos —guiña un ojo con diversión y suelto una carcajada.

Mi abuela se levanta de la mesa para agradecer una vez más a los invitados y no me pierdo la cara de disgusto que pone al pasar su mirada por las dos mujeres rubias.

Albert desliza el plato en forma de corazón con mi postre, lo hace lentamente para que mi abuela no vea que me he comido el postre antes que la comida.

Las conversaciones se reanudan mientras que yo me mantengo en silencio, deleitándome con la comida de la abuela.

La mirada de Valeria solo me hace desear mucho más el tomar mi teléfono y fingir que no está aquí.

Corto la carne vegetariana en pequeños trozos y luego me los como de uno en uno sin mirar a nadie.

Exquisito.

Desde que tengo memoria he estado fascinado por el sabor de la comida de mi abuela. ¿Cómo es que todo puede estar tan delicioso siempre? E incluso… ¿como su comida sabe a hogar?

—¿... no es así, Gavin?

¿Eh?

Me volteo hacia la persona y maldigo para mis adentros. Lo que me faltaba. La madre de Valeria me estaba hablando y yo ni idea. Madison levanta una ceja, esperando una respuesta por mi parte. Me volteo hacia mi abuela y le doy una mirada suplicándole que me salve. Mirada que capta al instante.

Dame tu mano [Serie Dámelo #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora