capítulo 6

20 3 0
                                    

Sam.

Me estaciono frente al edificio tras enviarle un mensaje a Gavin. Recibo su respuesta al poco tiempo: «Dame diez minutos».

Hace una semana y media hablé con la señora Flores, la dueña de la fundación y me dijo que tenía que esperar que fueran a fumigar el recinto, pues los zancudos se están volviendo insoportables.

Esta mañana fui a casa de mis padres a recoger el bulto de comida que mis hermanos querían enviarle a la señora y de paso, compré el que llevaré tanto para perros como para gatos. También un par de cobijas, jabones líquidos, collares, corta uñas y juguetes. Creo que les será de mucha ayuda.

Me inclino hacia el asiento trasero y tomo mi portátil. Abro el archivo de mi manuscrito y analizo lo que escribí esta madrugada. Corrijo un poco y luego continúo con el capítulo. He avanzado.

Durante el último mes he escrito casi un treinta por ciento más. Llevando así la historia muy avanzada. Espero que al menos en un par de meses ya lo termine para ponerme a corregirlo totalmente y enviarlo a editoriales. Hay que cruzar deditos.

Capto un movimiento en el edificio por el rabillo de mi ojo, bajo el portátil y me giro. Gavin sale con un bulto de alimento para perros colgando de su hombro. Trae una cangurera atravesada en su pecho y sonríe en cuanto me ve.

Salgo del auto y abro el baúl para él con un gemido suelta el bulto de alimento y se guía hacia mí, suspirando.

—Hola.

Me echo a reír.

—Hola.

Su mirada me recorre todo el cuerpo, de pies a cabeza.

—Te ves bien hoy.

—Lo mismo digo.

Volvemos al auto y cuando prendo el motor, él voltea hacia mí.

—¿Cómo te ha ido esta semana?

Levanto un hombro.

—He perdido otro parcial. Mi hermana me dice que solo siga intentando.

—Tu hermana tiene razón.

—Tal vez si. O tal vez no. —Pongo una mueca—. En realidad me siento como una fracasada, pero eso será una conversación para otro día. ¡Pon música! El viaje será de una hora.

Sonríe sin quitar la mirada de mí y carraspeo, señalando mi teléfono dentro del portavasos.

—Tiene clave —murmura extendiéndolo.

Tanteo hasta encontrar el censor y él comienza a buscar.

—Veo mucha Billie Eilish aquí —comenta divertido.

—¿Qué te puedo decir? —Le devuelvo la sonrisa.

En la primera nota que retumba reconozco la canción y le subo el volumen al equipo. NDA de Billie.

Agradezco de que mi hermano haya metido sus manos en mi equipo. Lo dejó sonando mejor que un parlante que usan en los conciertos.

Cuando tomo la carretera, acelero cantando a gritos la canción.

Las casas empiezan a desaparecer poco a poco siendo reemplazadas por ganado. La canción termina y yo le bajo el volumen al radio.

Gavin viene a mi lado demasiado callado. Me doy vuelta hacia él y lo encuentro viéndome.

—¿Qué? —pregunto, ignorando el ardor en mis mejillas.

—Nada. —Entonces se gira hacia el frente.

Dame tu mano [Serie Dámelo #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora