capítulo 5

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Sam.

Yo sé que no es muy saludable desayunar con un muffin y un vaso de leche, pero ni modo. Lo necesito. Necesito darme un apapachito luego de haberla cagado.

Porque sí. La cagué.

Solo tenía una cosa por hacer y la hice mal.

Anoche me quedé hasta tarde terminando el primer trabajo que nos dejaron y como yo decidí hacerlo sola, pues fue mucho trabajo. Aquél deber me quitó mis horas de escritura y también las de lectura. Y el trabajo quedó impecable, pero claro, Sam Andrade tenía que enviarla al correo incorrecto y darse cuenta del error cuando la hora de entrega ya había pasado.

Tengo muchas opciones para liberar el mal humor, pero debo descartar de inmediato el insultarme, pues mi hermana dice que no es sano para mi salud mental.

Llego a la cafetería y antes de entrar me paseo por las flores que están en la parte de afuera en estanterías y baldes.

Son preciosas.

Entro encontrándome con Lila, la chica que trabaja aquí al igual que su madre y tía. Creo que he visto a su prima también.

Lila sonríe en cuanto me ve y me saluda con la mano. Me acerco a la vitrina y me deleito visualmente viendo todos los postres.

A esto le llamo «el paraíso».

—Hace meses no te veía —me dice la castaña.

—Lo sé, he estado un poco ocupada. ¿Cómo estás?

—Muy bien, gracias… ¿Cómo estás tú?

—No tan bien, por eso vengo a comer chocolate —señalo el muffins de chocolate con chips, emocionada.

Se ríe, tomando el muffin.

—Por supuesto que sí. El chocolate es el mejor amigo de las chicas.

Asiento con la cabeza.

—Tú lo has dicho.

Conversamos un par de minutos más y luego decidí marcharme cuando la fila detrás de mí se vuelve grande. He venido a esta cafetería durante los últimos tres años. Y en el último año, agrandaron la cafetería para agregar la sección de floristería, volviendo esto así un lugar mágico. He venido aquí un par de veces a escribir, pues este lugar transmite tan buenas energías que se vuelve acogedor.

Esta mañana luego de darme cuenta de mi error, decidí ir sola a la universidad, les envié un mensaje a los chicos por el chat grupal, y aparte de este desayuno, decidí ir y hablar personalmente con el profesor. Algo debería poder hacerse, ¿no?

Creo que este es mi fin.

🌷

—Lo lamento, señorita Andrade. No entregó el trabajo a tiempo —es su respuesta a todas mis plegarias.

Siento como si un dementor me estuviese chupando la felicidad. Me quedo fría y parada en medio del aula, sola. Viendo un chispero, en pocas palabras.

—Demonios —gimo apoyándome de un asiento.

No suelo ser de las personas que odian, pero en este momento lo estoy haciendo. Odio al señor Benavides.

Salgo del aula con los ánimos por el subsuelo. Atravieso los pasillos llenos de estudiantes que van de un lado a otro. Unos caminan rápido, pero hay otros… esos harán que mi paciencia se agote.

Una vez llego a la mesa donde los chicos están reunidos, me tiro en la banca soltando un largo y pesado suspiro.

—¿Que tan mal estuvo, linda? —pregunta Daniela, sacando un brillo labial de su bolso.

Dame tu mano [Serie Dámelo #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora