Capítulo 9

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Gavin.

—Necesito irme —susurra.

Las manos le tiemblan y me empiezo a desesperar por querer ayudarla, pero si la toco se va a sentir peor. Y ya me está destrozando verla así.

¿Por qué está así? ¿Quién la lastimó?

Todo iba bien. Ella aceptaba mis caricias, pero de un momento a otro todo se derrumbó. Algo cambió en ella de forma abrupta y saltó de mí.

—No puedes irte así —le digo—. Estás muy alterada.

Pero ella no me escucha. Carajo.

—¡Sam! —grito esperando a que me escuche y se detenga.

La veo tomar el pomo de la puerta y sale dejándome solo con su ausencia rompiéndome.

—¿Quién te lastimó tanto, corazón? —susurro mirando a la puerta.

Me dejo caer en el borde la cama con la cabeza dándome vueltas y el pecho me sube y baja con fuerza.

Agarro mi teléfono y jugueteo con él entre mis dedos mientras decido si enviarle un mensaje, ir corriendo tras ella o darme un golpe en la cabeza por imbécil.

Estaba teniendo un ataque de pánico. Reconozco aquellos síntomas. Los conozco muy bien.

Quiero escribirle. Quiero hacerle saber que lo siento mucho y que siento aún más que ella haya pasado por lo que sea que la puso en ese estado. Estoy enojado. Enojado con esa persona que originó el miedo en Sam.

Vacilo con el chat de Sam abierto.

«Yo siento mucho…»

La puerta se abre, enseñando a un muy agotado Diego. Se detiene en seco al verme.

—¿Quién se murió?

Meneo la cabeza.

En otra ocasión habría reído, o al menos, sonreído.

—Sam tuvo un ataque de pánico.

Pasa de preocupado a molesto en cuestión de nanosegundos.

—¡¿Qué le hiciste?! —pregunta, ofuscado.

Retrocedo bajo su mirada. Levanto las manos dándole a entender que no voy a seguir su juego de macho y también, que no tuve la culpa. Al menos no directa.

—Pasamos la noche juntos… ¡Pero no de esa forma! —aclaro al verlo alarmarse—. Como bien sabes, estoy enfermo y ella me cuidó durante toda la noche. Hace un rato nos besamos y… Ella solo se encogió y escapó.

Menea la cabeza en total desacuerdo.

—¿La dejaste ir sola?

—No sabía qué hacer… Si hubiese ido detrás de ella tal vez se hubiera puesto peor.

Niega con la cabeza, llevándose el teléfono a la oreja. Parece un padre molesto tras saber las pésimas notas escolares de su hijo.

—¿Hola?... Si. Claro, yo… ¿Estás segura?... —Suspira, cayendo en la cama—. De acuerdo, gracias. Bien, adiós.

Me vuelvo a él, ansioso.

—¿Sam está bien?

Asiente.

—Hablaba con Jennifer —explica—, su hermana. Al parecer logró llegar a casa de su psicóloga.

Suelto el aire que retenía. Gracias al cielo.

Diego sigue observandome como si quisiera decirme algo, o tal vez, golpearme. Me inclino un poco más por la segunda opción cuando lo veo levantarse y acercarse a mi…

Dame tu mano [Serie Dámelo #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora