Capítulo I.

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Afortunada, si tuviera que resumir mi vida no existe una mejor palabra que esa

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Afortunada, si tuviera que resumir mi vida no existe una mejor palabra que esa. Mi infancia rodeada de la compañía de mi familia hizo de mí una persona hogareña, cariñosa, confiada y agradecida; esto último estaba apunto de convertirse en mi maldición.

Nunca tuvimos demasiado pero vivíamos bien, jamás me ha faltado nada y mis padres se han asegurado de enseñarme principios y lo lejos que puede llevarte el esfuerzo.

Nunca he sido la más popular entre mis amigas, siempre con buenas notas y actividades extraescolares que me mantienen ocupada y me enseñan el sentido de la responsabilidad. ¿Lo mejor? La cercanía de los míos, haría lo que fuera por mi familia, no imagino una vida en la que no pudiera tocar a los que amo.

Parte de ello se debe a que somos una familia de inmigrantes que llegaron sin nada y se han construido una vida, ladrillo a ladrillo.

Sin embargo una noche y una muy mala decisión, cambiarían todo mi presente y dibujarían un futuro tan incierto como mis sentimientos.

Era víspera de halloween y todo el mundo estaba decorando sus casas, había quedado de verme con mis amigas para presenciar el desfile y después acudir a una fiesta, una muy especial organizada por "mi crush" Finn. Su apariencia de modelo de revista dejaba boquiabiertas a todas, su don de gente lo volvía el más popular y asediado; lo mejor de todo, ya estaba soltero.

La sola idea me ilusionaba pero sabía que haber cruzado palabra con él no era suficiente y aunque me invitó a su fiesta debía bajarme de la nube, lo más seguro era que no me recordara.

Pérdida en mis pensamientos me despertó el sonido del teléfono, voy de camino a tu casa, decía mi amiga, sonreí.

Los últimos detalles a mi disfraz de gótica, comencé a poner los accesorios y solté mi cabello, un par de pulseras, una cadena y un choker, las medias agujeradas, y unas botas de plataforma con varias hebillas darían el toque especial. Una chamarra sobre el pequeño top corto negro y la camiseta de malla negra encima; una pequeña falda y el atuendo estaba completo, sexi pero no demasiado revelador. Ese labial oscuro hacia resaltar mi pelo claro y mi piel palidísima.

Bye, mamá!
-Diviértete- le escuché decir, sonreí.

Camino a la fiesta reíamos de lo ridículo de la situación, vestidas así y cantando a todo pulmón una canción de Taylor Swift. El premio al mejor disfraz bien valía el esfuerzo.

Si había algo que disfrutaba era bailar y cantar, era las últimas fiestas antes de terminar el semestre.
Estuvimos en la fiesta por casi dos horas, no tuve oportunidad de acercarme a Finn, sin embargo un amigo suyo amablemente se ofreció a presentarnos, estuvimos bailando y conversando, me tomé un par de copas, me sentí indispuesta y se ofreció a llevarme a casa, subimos al auto con destino a mi casa.

De repente detuvo el auto sobre la carretera a un costado de una gasolinera, colocó lo seguros del auto y me asusté, le grité que ese no era el camino, me ordenó que me callara y se abalanzó sobre mí que me encontraba en el asiento de copiloto.

Forever. You said.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora