Dulce Amor

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Checo:

Me encontraba abriendo los ojos y lo primero que vi, fue un departamento y no una habitación de hotel.

Este departamento era demasiado lujoso, podía observar el balcón que tenía vistas de la ciudad, e inclusive contaba con una alberca. No recordaba porque me encontraba aquí, hasta que sentí el aroma más exquisito que pueda existir, tenia aroma a una naranja dulce y toques ácidos de limón. Me estaba fascinando; mi omega comenzó a sentirse tan feliz que comencé a tirar feromonas de excitación, necesitaba de esa persona urgentemente, me levante con las pocas energías que tenía, poco a poco mis piernas comenzaron a debilitarse,  de mi boca salían pequeños jadeos de deseo. Al llegar a la puerta me di cuenta que estaba bajo llave, no podía salir de este lugar, ya no podía más, mi cuerpo comenzó a darme pequeños escalofríos, el calor se apoderó de todas las partes de mi cuerpo.

Empecé a golpear la puerta con todas las cosas que me encontraba en la habitación, necesitaba salir de aquí, comencé a gritar con todas mis fuerzas para que aquella persona me hiciera caso, hasta que la puerta se abrió.

Max: ¿Qué escándalo traes?, podrías callarte.

Un Max furioso me estaba hablando, la verdad me importaba una chingada lo que dijera, yo solo quería que me ayudara con este calor. Me sentía horriblemente mal y eso que apenas empezaba con mi celo, no quería pensar lo doloroso que sería en estos días.

Max ya no tenía aquellas feromonas tan deliciosas, ahora estaban amargas.

Checo: Si tanto te estorbo, mejor llévame al hotel.

Max: Estas en celo, eso sería peligroso.

Checo: No te estoy preguntando, quiero irme de aquí, no soy ningún gato para que me tengas encerrado.

Max: Mi respuesta es no.

Checo: Si no me llevas tú, me iré solo.

Max: ¿Y cómo piensas irte? Apuradamente puedes mantenerte de pie.

Max tenía razón, mis piernas cada vez se debilitaban más.

Checo: Max, por favor, necesito de Lewis, así que llévame al hotel.

Me arrepentí de haber dicho eso, Max se puso tan serio al escuchar aquellas palabras. El doctor de Mexico me había dado la sugerencia de pasar este celo con una persona o de lo contrario podía morir por las consecuencias de este celo; así que decidí que si necesitaba ayuda sería Lewis, él era el único amigo a quien le tenía toda la confianza del mundo.

Mi omega dejó de estar calenturiento para sentir tristeza. Max me miraba con unos ojos ¿tristes?

Max: Lo entiendo, te llevaré.

Max me agarro de la muñeca y me llevo hasta la puerta principal. El iba enserio, me llevaría con Lewis, pero a decir verdad, me sentía triste con la idea de estar junto a Lewis, prefería a alguien más, y ese alguien era Max. Así que me solté de su agarre y me acerqué a besar esos labios rosas que tanto deseaba, pero Max me alejo de inmediato.

Max: Sergio, no hagas estupideces.

Checo: No son estupideces, te necesito, por favor Max, ayúdame.

Comencé a tirar de mis feromonas de excitación, ver a Max me consumía en la lujuria. Max piensa que es el único que puede dominar, pero yo también puedo, y haré que caiga ante mi.

Max: No, Sergio, no puedo hacer algo de lo cual te arrepientas luego, estás en celo y es normal que desees a cualquier alfa.

Checo: No Max, no quiero a cualquier alfa, solo te quiero a ti.

Max: Sergio...

Checo: Max, por favor.

Me acerqué a su oído y le susurré, "hazme tuyo".

Max comenzó a desprender su aroma tan delicioso de nuevo, me estaba volviendo loco.

Max: Sergio, ¿estás seguro?

Checo: Muy seguro, y ya no me digas "Sergio".

Max me dio una sonrisa ladina, y con eso supe que a partir de ahora gozaré todo lo que suceda.

Max: Te arrepentirás dulce omega, serás mío.

Max me susurró con su hermosa voz de alfa, ahora estaba rendido ante el, sus manos comenzaron a rodear mi cintura, y sus labios tomaron de prisioneros a los míos, el beso se intensificaba cada vez más, hasta que le dio una mordida a mi labio inferior, algo que hizo que soltara un ligero gemido.

Max volvió a tomar de mis labios y me llevo a la cama, me pidió permiso para quitarme la ropa, a lo cual yo acepté, comenzó a desabotonar mi camisa para comenzar a succionar mis pezones, era tan satisfactorio que me hiciera eso que comencé a soltar pequeños gemidos, Max recorrió todo mi torso dejando pequeñas mordidas mientras hacía su recorrido, este alfa me estaba llevando al borde de la excitación en cuestión de segundos. Mi entrada comenzó a lubricar, de tal manera que me empecé a mojar, necesitaba a Max dentro de mi pero ya.

Checo: M-max, por favor, entra ya.

Max: Quien diría que al final de cuentas, te tendría lo más pronto que lo previsto.

Me importaba un carajo lo que decía Max solo quería que se callara e hiciera lo que le dije.

Max: Tranquilo, el día es largo, y tenemos tiempo de sobra para disfrutar.

Así que Max me desvistió de inmediato, dejándome al descubierto ante sus ojos llenos de lujuria, me estaba comiendo con su mirada, me estaba volviendo loco.

Max comenzó a masturbar de mi miembro, era tan bueno haciendo esto, me aferré a su torso, colocando mi brazos alrededor de su cuello, comencé a dar leves gemidos en su oído, haciendo que Max se volviera más salvaje con su trabajo, al final termina liberando mi satisfacción entre su manos.

Comencé a deshacerme de la ropa de Max, hasta dejarme ver la bestia que me daría todo lo que busco; observé el rostro de Max, tenía unos mechones de su cabello cayendo por su frente con un par de gotas de sudor, sus ojos eran de un color azul intenso, este alfa era tan perfecto para mí. Me acerqué a Max para besarlo mientras él seguía con su trabajo.

Max: ¿Estas listo para comenzar con lo mejor?

Por supuesto que lo estaba.

Checo: Claro que s-

No pude de terminar la frase por que presiono mis labios contra los suyos mientras me acostaba en la cama, separo nuestros labios para comenzar a poner su miembro contra mi entrada, joder, Max sabía bien lo que hacía. Comencé a suplicarle con mi mirada a que lo introdujera de una vez, ya no soportaría más tiempo, y como buen alfa obediente cumplió mis deseos, introdujo todo su miembro de un golpe y comenzó a dar pequeñas embestidas, pero necesitaba más.

Empecé a soltar varios gemidos fuertes hasta que Max comenzó a realizar embestidas aún más fuerte que mi dulce voz. Por cada gemido, más fuerza sometía, hasta que llegamos al punto que ambos tuvimos un éxtasis. Max se acercó a mi oído y me susurró la frase más linda que he escuchado.

"Mi Dulce Omega, nunca permitiré que alguien te haga daño, ni a ti ni a nuestra futura familia"

Pero mi sorpresa fue aún más grande cuando sentí sus colmillos entre mi cuello y mi hombro.

Solté un fuerte gemido de dolor. Pero rápidamente Max ahogó mi dolor en un tierno beso.

Max me había marcado como su omega.

Mi omega comenzó a aceptar rápidamente a Max como su alfa.

El es mi destinado.

Mi Dulce Amor | ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora