0 8

1.2K 132 41
                                    

Perla

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Perla

— ¡Miren quién se levantó!

El gritó de Juani ocasionó que todos los presentes dirigieran sus miradas hacía donde nos encontrábamos Santi y yo.
Sonreí, acercándome a todos, escuchando varios comentarios provenientes de ellos burlándose de mi larga siesta, y me dispuse a saludar a uno por uno.

La mano de Simón se posó en mi cintura, mientras mi cabeza se agachaba la altura de la suya para poder saludarlo. — Por fin te dignaste a aparecer.

— Perdón, pensé que Felipe me iba a despertar antes de que llegarán. — Dije en un tono alto, con intenciones de que el recién nombrado me escuchara, mientras mi mejilla chocaba con el morocho frente a mí.

Me separé de Simón saludando a la persona a su lado, Matías. El castaño chocó con rapidez nuestros rostros, sin siquiera preocuparse en mirarme o decirme algo, y siguió mirando historias de instagram, mientras le daba una calada al pucho entre sus dedos. Era indignante que se comportara así incluso en mi propia casa, sí tanto le molestaba mi presencia, ¿por qué había accedido a venir? me pregunté.

— ¡Te quise despertar! — Me gritó Pipe, de espaldas a nosotros, sin dejar de mirar el asado frente a él. Alzó sus hombros antes de seguir hablando. — Me re puteaste y seguiste durmiendo.

Todos los presentes rieron ante el comentario del castaño, incluida yo, y sin más me dediqué a saludar a quienes me faltaba hacerlo. No respondí, ni intenté defenderme de lo que me habían acusado ya que, aunque no recordaba haberlo hecho, sabía que era capaz de hacer aquello de lo que me culpaba. No sería la primera vez.

Dejé besos rápidos es las mejillas de Juani y Blas, quiénes me sonrieron dejandome notar su gran entusiasmo, y me terminé quedando sentada entre ellos, después de que ambos se alejaran uno del otro para ofrecerme un espacio.
Estando allí miré la mesa, notando una típica picada, y muchísimas cartas del Uno en el centro, indicándome que acababan de terminar una partida.

De repente, percibí la mirada intensa de Blas sobre mí. Giré lentamente mi rostro hacia la izquierda, encontrándome con sus ojos fijos en mi pecho, justo en el escudo de la remera que cubría mi cuerpo. Sus ojos se elevaron hasta encontrarse con los míos al notar que lo estaba mirando, y ante su expresión expectante, elevé ligeramente mis cejas, indicando mi disposición a escuchar lo que tenía que decir.

— Qué garrón. — Soltó Blas sin más, con una sonrisa divertida, mientras volvía a mirar mi remera. Noté cómo la atención de los demás chicos se centraba en nuestra conversación, escuchando con atención lo que el menor tenía para decir. — Era imposible que seas tan perfecta, un defecto tenías que tener.

— Fue lo primero que pensé cuando le vi la remera. —Añadió Simón, y juré escuchar una risa ahogada proveniente de Felipe, quién, desde que tenia memoria, adoraba molestarme con ese tipo de comentarios. Rodé los ojos, indignada, mientras tomaba un sorbo de la lata de cerveza que tenía entre las manos. — Tan linda y de Boca..—Se lamentó el morocho, negando con dramatismo y fingiendo angustia, lo que provocó risas entre los presentes.

𝐓𝐔𝐒 𝐎𝐉𝐎𝐒 | Felipe OtañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora