Sería agradable decir que me desperté como una reina pero eso sería mentir demasiado. Me levanté de la cama confusa y con un dolor de cabeza de tres pares de cojones, poco después recordé la noche anterior y una oleada de vergüenza tiñó mis mejillas de rojo. Recuerdo lo agradable que fue Harry conmigo, incluso cuando vomité en los arbustos de su madre, debería pedir perdón por eso.
Bebo del vaso de agua que Harry dejó en la mesita y aprovecho para observar todo a mi alrededor. Su habitación es grande, espaciosa y no tiene montones de ropa sucia por ahí como la habitación de mi hermano. Tiene una televisión con la play y varios juegos ordenados a su lado, en el otro lado de la habitación, varias guitarras, estanterías de CDs y vinilos, por último un escritorio con libros apilados encima y muchos papeles desperdigados. Debo admitir que si esta fuese mi habitación no saldría de aqui en mi vida, solo me harían falta mis libros y sería completamente feliz, una máquina de palomitas tampoco estaría mal.
Paseo por la habitación hasta que mi reflejo en un espejo me llama la atención. Tengo los pelos de Marge Simpson, el rímel corrido y la piel algo más pálida de lo habitual. La puerta de la habitación se abre y Harry aparece por ella.
—Ya veo que estás despierta.
Yo sigo consternada por mi reflejo en el espejo mientras que Harry se coloca a mi lado en el espejo.
—Parezco uno de los zombies de thriller. —hago muecas ante el espejo y me rio de las caras que voy poniendo.
—Yo te veía más al estilo The walking dead. —bromea tirándome del pelo.
Se siente bien bromear con Harry pero mi mente está en otra parte, siento como si se me olvidase algo importante, no estoy hablando de Logan y Kathia, desgraciadamente me acuerdo de ellos perfectamente...
—¡Anónimo! —grito nerviosa cuando me doy cuenta—. Supuestamente iba a encontrarme con él o ella en la fiesta pero en ningún momento vino a buscarme.
Empiezo a pasearme nerviosa por la habitación, he perdido mi única oportunidad de averiguar quién es por una estúpida borrachera.
—Emma, tranquila, lo o la encontraremos. —Harry me pone las manos en los hombros impidiendo que siga dando vueltas—. Deberías dejar de estresarte.
—Estresarme es mi trabajo.
—Pues tómate unas vacaciones.
Pero no creo que pueda olvidarme del tema tan fácilmente, perdí la oportunidad de la fiesta pero tal vez haya otras maneras de conseguir algo de información. Debería pensar en eso. Harry nota que sigo pensando en el tema y frunce el ceño pensativo, después se sienta en el sofa y me tira uno de los mandos de la play.
—¿Cuánto apuestas a que no puedes ganar ni una partida? —bromea desafiándome.
—Recuerda esas palabras cuando estés llorando. —respondo agarrando el mando.
Harry señala con el dedo algunos botones y empieza a explicarme para que es cada uno. Sonrío inocentemente mientras me hago la tonta. Cuando empezamos a jugar al Fifa nos mantenemos igual pero el tiempo va pasando y la sonrisa de suficiencia de Harry se le borra de la cara, acabamos de jugar algunos partidos más y mi sonrisa es imborrable cuando Harry lanza el mando contra el sofá molesto.
—¡Pense que nunca habías jugado! —protesta como un niño pequeño.
—En ningún momento dije que no lo haya hecho. —sonrío y él parece ablandarse un poco—. Cole y yo nos repartimos la tarea de limpiar el baño así, él lleva limpiando un mes.
—Tramposa.
Harry me empuja un hombro y yo le lanzo un cojín, él lo agarra y me mira desafiante.
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My little secret
Teen FictionEmma Fields tiene una política antichicos, para ella son las criaturas más odiosas e insufribles de todo el universo y solo valen para problemas. Harta de ellos, un día escribe un artículo en el periódico de su instituto exponiendo su opinión. Harr...