Solo quiero dormir

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Emma

Una de las cosas más hermosas de ir a la nieve es tener que cargar con una mochila llena de cosas inútiles hasta las habitaciones de la estación de esqui. Pero seamos realistas, a la hora de preparar el equipaje todos metemos trastos de más porque nunca se sabe si los vamos a necesitar, por ejemplo, una reserva de chocolate y dos bolsas de palomitas. Aunque en mi caso eso si va a ser necesario...

Luego estan las personas como Spencer. Que cada vez que salen fuera de casa más de un par de días se llevan más equipaje que toda la selección de fútbol.

-No vuelvo a sentarme a tu lado nunca. -murmura.

-¡¿Perdona?! -grito sorprendida-. ¡Si eres tu la que no ha parado de hablar todo el viaje!

-¡Y tu te estabas durmiendo! -protesta ella-. Te estaba haciendo un favor manteniendote despierta.

-¡Yo queria dormir! -grito y se me cae una maleta, malhumorada me agacho a recojerla-. ¿Por qué tienes que traer tantas cosas?

Spencer no podía conformarse con una sola mochila o maleta para todo. No, tenía que traer tres y cómo no quería aguantar su charla sobre que debo esforzarme más en nuestra relación y que no la escucho pues me ofrecí a llevar dos de las maletas para ver si se callaba.

-¡Te lo dije antes! ¡Todas estas cosas son valiosas y fundamentales! -protesta y finge un sollozo-. ¡Nunca me escuchas! ¡Soy la única que se preocupa porque esta relación funcione!

Supiro y poso las maletas en el suelo para acercarme a ella, me da igual que de manchen de nieve. Agarro sus hombros y le doy un abrazo.

-Estas en esos días delicados del mes ¿verdad? -le susurro para que no nos oigan los demás que caminan delante y detrás nuestro en la fila.

-¡NO! -grita y me da una colleja.

-¡Augh! -me quejo frotandome la cabeza, Spencer adelanta en la fila dejándome atrás y con una más de sus maletas en el suelo.

Resumiendo, tengo tres maletas más que llevar a parte de la mía, Spencer está con la monstruación y mi adolorida espalda no para de quejarse.

Maldita sea, ¿Donde están los chicos cuando se los necesita?

Me decido por cargar con mi mochila además de las tres maletas. Soy una mujer independiente del siglo XXI, no necesito ayuda para llevar unas simples maletas hasta las cabañas.

2 metros más...

-Esto no fue una buena idea... -murmuro tumbada en una pila de maletas.

-¿Necesitas ayuda?

El sol ilumina a mi inesperado salvador convirtiendolo en una silueta de sombras. ¡Podría ser Zac Efron o Dylan O'brien! Entrecierro los ojos pars verlos mejor y me preparo para nuestro soñado encuentro.

Y son Logan y Harry...

Creo que él sol y el exceso de peso me han afectado demasiado.

Harry me tiende las manos y me levanta del suelo de un salto. Choco contra su pecho, levanto la vista y me encuentro con su sonrisa, en estos momentos me parece tan deslumbrante como el mismo sol.

-Gracias. -le digo una vez que llegamos a la habitación asignada a mí y a a Spencer.

Harry cargó con dos de las maletas de Spencer y yo con las otras. Viendo a Logan cargando con el equipaje de Kathia siento como si el de Spencer no fuera nada. Los acompaño a la suya para devolverles la ayuda y en cuento llegamos Logan se desploma en el suelo.

-Se como te sientes. -digo palmeandole la espalda.

**************

Después de que todos nos hubiermos instalado, la directora Collins y la orientadora, Natalie, nos reunieron en el salón comunitario para repasar una lista de normas. Según ellas somos libres de hacer lo que queramos, siempre y cuando las respetemos y a la hora de practicar el esqui o snowboard tengamos cuidado de no lesionarnos.

Cuando la directora Collins abandona la sala, Natalie saca un tarrito de cristal lleno de paquetitos plateados y lo deja sobre el mostrador.

-Mas vale prevenir que curar... -murmura y nos echa una mirada de advertencia a todos antes de salir de la sala-. Nadie quiere más niños come-mocos.

Después de marcharse la gente se dispersa por ahí. Algunos se marchan ya a esquiar mientras que otros se quedan charlando en los sofás, viendo la tele o van a la cafetería. La sala común es bastante acojedora, con sus paredes de madera, viejos cuadros, la gran chimenea y los cómodos sofas con mantas, más adelante ya está el vestíbulo con el mostrador de recepción y...

Harry cogiendo uno de esos paquetitos plateados cuyo nombre no voy a decir...

Oh my god.

Ya me estoy traumando, mejor me voy a por chocolate a la cafetería.

Camino por el pasillo hasta llegar allí y en cuanto consigo el chocolate caliente me siento en una de las mesas cercanas en la ventana. El sol se ha ido remplazado por nubarrones y desde aquí se ve el telesilla. Esto me distrae de pensar Harry, se que no estoy preparada, pero no se como decírselo. Me empiezo a deprimir, seguro que con Hayley no tenía estos problemas. A mi él me gusta, me gusta mucho pero no se si le quiero, creo que querer es una palabra demasiado fuerte o simplemente tengo miedo. Nunca he dicho te quiero a nadie más que mi madre, tal vez lo estoy pensando demasiado, la gente se dice te quiero todo el rato, es lo normal ¿no?

-¿Pensando en la nieve?

Dejo de mirar por la ventana al ver a Logan, se sienta en la silla de enfrente comiendo un paquete de oreos.

-Podría decirse. -respondo.

Logan se ríe y me ofrece el paquete, cojo una y le doy las gracias.

-Se que no estabas pensando en la nieve, estaba bromeando.

-¿Me creerias si te digo que simplemente estaba mirando por la ventana? -pruebo a preguntar.

-Nop. -responde y muestra una calida sonrisa-. Sabes que puedes decirme.

Se me pasa por la cabeza contarle todo, hay algo en Logan que me inspira confianza y seguridad. Me viene a la cabeza el recuerdo de nuestro primer beso en el partido. Entre sus brazos me sentí segura por primera vez con alguien que no sea de mi familia. Por aquel entonces Logan era diferente de ahora, dejó de estar con varias chicas y se asentó con Kathia, es extraño que sea con ella pero si le hace feliz no soy nadie para juzgarla.

-¿Cuando crees que se debe decir te quiero?

Mi pregunta debe de pillarle por sorpresa porque abre mucho los ojos y luego aprieta un poco demasiado el paquete de oreos.

-¿Por qué preguntas eso?

-Curiosidad. -digo y me encojo de hombros.

-Es por Harry ¿verdad?

-Es por Spencer, si se lo digo demasiado de lo cree. -miento pero se que no me cree.

Logan se pasa una mano por el pelo en un gesto que me recuerda a su hermano, después suspira y pone una mano encima de las mias. Su calidez me sorprende, hacía semanas que no tocaba a Logan y no se si me gusta ese pequeño cosquilleo que siento.

-Llegará un momento en el que todo lo que sientes por esa persona es tan especial y tan fuerte que no podría ser expresado con ninguna palabra. -su mano aprieta las mias y sus ojos no me abandonan-. Ni siquiera un te quiero, asi que no te preocupes por si es pronto o no, simplemente... no hagas nada de lo que puedas arrpentirte.

Sus palabras se repiten en mi cabeza mientras se levanta y abandona la mesa sin despedirse. Le agarro la muñeca parándolo de pie y evitando que se vaya.

-Logan ¿Alguna vez has querido a una chica... o un chico, no importa? -pregunto nerviosa, no entiendo porque sigo presionandolo, ni siquiera puedo mirarle a la cara.

Logan mira a los lados evitando mirarme a mi también, cuando responde parece que le habla a la mesa. Él también parece nervioso pero cuando habla su voz suena tranquila y despreocupada.

-No.


My little secretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora