Capítulo 17: Ella es otra víctima.

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Dovima.

Jueves, 25 de Abril de 2019.


El aire de la noche estaba fresco, pero no tan helado, así que no había sentido tanto frío como la noche anterior por estar parada en ésta esquina. Como en todos los días solía hacer. Llevaba cómo tres horas de pie como una estúpida, esperando pescar algo de dinero, pero no había salido ningún hombre interesado hasta ahora. Y por eso terminé recostándome de la pared de ladrillos, respirando hondo para poder soportar el resto de la noche. Porque tenía pensado en volver a casa una vez que consiguiese dinero, porque de tatuadora no me estaba yendo muy bien.

Y me maldije por dentro por no ser una gran tatuadora.

«Relajate Dov, vas a conseguir dinero pronto», me animé a mí misma cuando recordé que ya me estaban cobrando el dinero de la habitación que rentaba. Y que no tenía dinero para comer bien éste mes... Mierda.

¿Qué estaba mal en mí?

¿Era horrenda?

Dejé de llenarme de malditas inseguridades, y para no andar pensando mucho saqué un cigarrillo de mi bolsito de mano, y lo encendí para fumarlo mientras que esperaba que un hombre apareciera en ésta maldita esquina. Pero nadie llegó, y yo estaba a punto de irme, porque se estaba haciendo más tarde y los pies ya me estaban doliendo por los altos tacones que llevaba. Además, no se me hacía muy cómodo estar con ésta peluca corta azul metálico.

Pero tenía que estar así, era mi trabajo.

Al principio, cuestioné un poco sobre la ropa que llevaba puesta, ya que quizás no me veía tan provocativa. Pero al rato supe que la blusa rosa ajustada; que me hacía enseñar mi delgada cintura femenina. Y la corta falda negra que tenía más abajo... Habían funcionado.

Porque de pronto un auto finalmente se paró frente a mí en medio de la noche, y yo sonreí llena de felicidad, tirando en el suelo el cigarrillo para acercarme al auto. Caminando sobre mis tacones negros con facilidad, y observando como la ventana de ese auto se bajaba lentamente a medida que me acercaba para ver a mi cliente, quien no tardó en mostrarse ante mis ojos. Era un hombre bastante mayor y obeso. Creo que era el más viejo con el que había tratado hasta ahora, y eso me revolvió el estómago. ¿Todavía se le paraba a éste fósil? Su cara era regordeta, barbuda y tenía una notable calva. Puesto que ese anciano parecía estar pisando los sesenta, y estaba segura de eso por sus grandes arrugas.

Qué desagradable.

— Hola, muñequita— ronroneó, una vez que me acerqué y me detuve junto a su ventana sonriendo falsamente.

Noté que me estaba mirando demasiado a través de sus lentes, y que parecía estar ajustándose una erección en sus pantalones marrones. Qué horror, así de abandonado estaba, que se ponía duro tan sólo por ver a una mujer con ropa reveladora. Y no me sorprendía, porque su auto tan destartalado y sucio, decía mucho de la clase de persona que era, al igual que su vestimenta.

— Hey— le contesté, inclinándome un poco para poder verle mejor el rostro, puesto que en la esquina donde siempre me paraba era un poco solitaria y obscura. Porque no tenía el valor de trabajar en una esquina más poblada de la ciudad Suicylum, y que muchas personas me señalasen por ser una descarada.

Así que traté de enseñar más mis senos mediante ese escote revelador que tenía, para poder pescar a éste desagradable hombre que me daría para pagar la renta de mi habitación.

— ¿Cuál es tu nombre, muñequita?— me preguntó antes de que yo pudiese ofrecerle mis servicios.

— Chantelle— respondí, sonriendo de lado. Y me dí cuenta de que ese hombre se relamió los labios en ese momento de una manera que me repugnó, y que me abrió la puerta del copiloto, diciendo lascivamente:

Cómo cometer un Asesinato ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora