Capítulo 26: Consecuencias.

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Magy.

Viernes, 26 de Abril de 2019.


«Asher y Erika son policías»

«Asher y Erika son policías»

«Asher y Erika son policías», no dejé de pensar una y otra vez sin poderlo asimilar. Mientras que me encontraba dentro de la camioneta, enterrada en el asiento del co-piloto, tratando de controlar lo agitada que estaba mi respiración y presionando con un pañuelo el sangrando que me había causado el luchar con Erika, quien me había roto la nariz y que ahora no me dejaba de sangrar.

Me sentí mareada y por eso llevé mi cabeza hacia atrás, enterrando mis uñas en el asiento sin darme cuenta. Todavía podía sentir lo acelerado que estaba mi corazón, y aún escuchaba que Jacob no dejaba de maldecir entre dientes, puesto que desde que llegamos al auto como pudimos, él no había dejado de maldecir a los aires. Mientras que yo me cubría la nariz y le veía perder la cabeza poco a poco. Ninguno de los dos había dicho algo al respecto, ya que lo más importante ahora era desaparecer cuanto antes y que ellos no nos siguieran.

Pero mi hermano parecía estar perdiendo la cabeza

- ¿Ja... Jacob?- dejé escapar de mis labios cuando me dí cuenta de lo rápido que estaba conduciendo, puesto que iba casi al limite de la velocidad de la camioneta y ya nos estaba sacudiendo terriblemente.

Él no se inmutó, y continuó conduciendo con esa mirada que me dejó bastante consternada. Tenía una ligera sonrisa en su rostro que se mostraban demencial, y una vena le sobresalía de la frente. Sus pupilas se veían dilatadas, y no dejaba de sudar. Ni mucho menos, de apretar el volante con fuerza, pues parecía que estaba a punto de arrancarlo y de provocarnos un accidente.

¿Qué le pasaba?

- ¿J-Jacob?- tartamudeé con un tono más fuerte, y él no hizo más que echarse a reír descontroladamente en ese momento con esa cara que me estremeció-. ¿Jacob?- repetí con cautela, y la piel se me erizó por completo al ver que él no dejaba de reírse descontroladamente, y que su rostro se estaba enrojeciendo-. ¡Jacob!- le grité cuando comenzó asustarme y él dejó de reírse, teniendo ésta vez un rostro más oscuro y tenso-. ¡¿Qué carajos te pasa?!- repliqué cuando la voz me salió firme, y lo fulminé con la mirada, gritándole-. ¡Vas muy rápido, baja la velocidad!

- ¡No te oigo, hermana!- él gritó con esa mirada lunática, y en vez de reducir la velocidad, la aumentó. Y el corazón se me disparó al ver que estábamos a punto de superar los «200 km/h», y que Jacob estaba conduciendo en una dirección que nos llevaría a las afueras de Suicylum.

- ¡Baja la puta velocidad!- le exigí con los nervios a flor de piel, y él no hizo más que hacer oídos sordos y continuar pisando el acelerador a mil por toda esa solitaria calle, que nos conduciría al puente de la ciudad.

- ¡No te oigo, hermana!- Jacob gritó más fuerte de manera burlesca, y antes de que pudiera responderle encendió la radio y le subió todo el volumen, sin reducir ni un poco la velocidad, y sin despegar la mirada del volante. La fuerte música Metal retumbó horriblemente por las paredes del auto y yo me sentí aun más aturdida por lo que acabábamos de pasar-. ¡La música está muy fuerte, Magy!- bromeó fuertemente, y yo comencé a sentir una mezcla de emociones en ese momento.

La cabeza me comenzó a doler, y las nauseas volvieron. Mientras que sentí esa mezcla entre rabia, indignación y tristeza que me invadió el cuerpo. Y por eso, cuando Jacob le subió todo el volumen a White Zombie y su canción «Thunder Kiss' 65» que me hizo cubrirme las orejas. Terminé colapsando, y enseguida apagué de nuevo la radio y le grité a mi hermano sin importar nada:

Cómo cometer un Asesinato ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora