Capítulo 20: Escapando de la ley.

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Dovima.

Viernes, 26 de Abril de 2019.

Presente.


Me quedé petrificada sobre el colchón cuando vi su placa brillar frente a mis ojos de una manera que sólo me causó pavor, y que ese hombre me llamase con ese sucio nombre de mi pasado. Demostrándome que me conocía, que sabía quien era yo, y que él eran un agente secreto.

Mis ojos se abrieron como platos, e inconscientemente pegué mi espalda completamente de los espaldares de la cama, mirándolo frente a mí con ojos enormes y recelosos. Él ésta vez me miró con mayor seriedad a través de sus ojos verdes, repitiéndome cuando se dio cuenta de que me quedé pasmada:

— ¿Estás bien? Porque necesito que me cuentes todo sobre tu padre, Chantelle, y que me digas dónde está.

Entonces reaccioné finalmente, y enterrando mis uñas sobre las sabanas, respondí de golpe:

— No soy la persona que buscas— mentí enseguida, tratando de sonar convincente—. Mi nombre es Dovima Soyer.

— Pero tu antiguo nombre era Chantelle Castro— él me contestó sin anestesia, levantando ambas cejas—. Lamento decírtelo, pero no puedes engañar a la policía, pues hemos encontrado tu paradero después de muchos años, Chante—

— ¡Mi nombre no es Chantelle! ¡Es Dovima! ¡Es Dovima! ¡Dovima!— le grité fuertemente, apretando las sabanas azules y mirándolo con rabia. Y éste levantó ambas manos con una maldita sonrisa de modelo, volviendo a guardar su placa—. ¡Y quiero que te alejes de mí! ¡No eres mi novio, eres un mentiroso!

— Un mentiroso como tú— él me habló, con un tono nervioso—. Mira, ésto para mí también es incómodo, y estoy tratando de que las cosas no sean malas para ti.

— ¿Tú qué sabes sobre ser malo?— repliqué—. Si no eres más que un maldito policía privilegiado. ¡Largo de aquí!

— Te estoy pidiendo las cosas amablemente, Chan... Dovima— se auto—corrigió, y me miró con amabilidad—. Sabemos que tú no estás involucrada con la mafia de tu padre, y que sólo estabas buscando quedar en el anonimato. Cambiándote de nombre, mudándote de ciudad. Lo sabemos, Dovima, y no es tu cul—

— ¡Quiero que te largues!— espeté, sin importar que nos escuchasen—. ¡Largo he dicho! ¡No quiero nada con la policía! ¡Te vas ya mismo!

— Vamos, baja la voz— él me arrulló, mirando detrás de nosotros por sí alguien entraba por la puerta—. Por favor, necesito que nos ayudes con el caso. Es muy importante para nosotros, y para poder salvar a la niña de las noticias.

— ¡No me importa nada de eso!— chillé, y me aparté de él cuando se sentó junto a mí en el colchón—. ¡No me importa nada, yo sólo quiero que te largues de aquí! ¡Saca tu maldito culo de mi habitación antes de que llame a las enfermeras!

Él entonces se levantó un poco consternado por mi actitud, y retrocedió un paso cuando me vio echando humos y que sería capaz de darle un golpe para que retrocediese porque estaba invadiendo mi maldito espacio personal. Y yo no iba a dejar que un maldito policía me pusiera el pie encima por los crímenes de mi maldito padre. ¡No, no, no!

¡Yo no pagaría por todo eso!

— ¡Largo dije!— grité, señalando con mi dedo indice hacia la entrada, y él desvió la mirada de mi mirada furtiva.

Me dí cuenta de que estaba debatiéndose entre él mismo en sí irse o no, y creo que supe la decisión que había tomado cuando se volvió hacia mí con un semblante completamente cambiado, puesto que sus ojos verdes se habían ensombrecido por completo y tenía una mirada severa que me dejó helada. Entonces se me acercó con esa mirada intimidante, y me habló con firmeza:

Cómo cometer un Asesinato ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora