Capítulo 18: Recuerdos de esa noche.

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Dovima.

Jueves, 25 de Abril de 2019.


«Todo es tú culpa.»

«Todo es tú culpa.»

«Tú destruiste a esa pobre familia», comenzó a susurrarme la voz en mi cabeza como una espeluznante brisa que me dejó fría contra las paredes, cubriéndome la boca con una mano por todo el horror que aún recordaba de esa noche. Por todo lo que había vivido gracias a mi horrible padre, y que desde que nací mi vida no ha dejado de ser una completo basura.

«Tú destruiste a esa familia.»

«Tú destruiste a esa familia», continuó diciéndome aquella voz y yo solté un fuerte grito para que se callase de una maldita vez, sujetándome la cabeza con ambas manos para calmarme un poco, porque no podía volver a escucharla después de que tomé terapia por un año entero. ¡No podía volver a recaer! ¡No podía hacerle eso a mi psicólogo! ¡No podía hacerme eso a mí! ¡De ninguna manera...!

Sin embargo, terminé dejándome llevar por la voz que no me dejaba de susurrar que yo había destruido a esa pobre familia. Ya que pude haber evitado lo que pasó esa horrible noche, sí tan solo hubiese llamado a la policía... Si tan solo hubiese llamado a la policía seguramente mi vida fuera diferente ahora, y esa inocente familia estuviera bien... Si tan solo fuese llamado a la policía.

«Tú destruiste a esa familia.»

«Tú destruiste a esa familia.»

La vista se me nubló por las lágrimas en los ojos, y lanzando todas las palabras y las sesiones que había tenido con mi psicólogo, acabé rompiendo en un descontrolado llanto y cegada por toda la rabia y el odio que me tenía a mí misma comencé a golpear todo, tirar los muebles al suelo, mi pequeña cómoda. No podía controlarme y empecé a destruir mi propia habitación. Mientras que no dejaba de gritar fuertemente, y no podía controlar toda la rabia que sentía hacia mí misma..., porque después de todo yo también era una maldita asesina.

Yo también destruí a esa inocente familia.

Yo debí de haber llamado a la policía.

«Debí.»

«Debí.»

Solté un fuerte llanto al empezar a desbloquear todos esos horribles recuerdos que tanto me había forzado a olvidar, y me apreté el cabello con fuerza entre mis manos. Maldiciendo todo en lo que me había convertido, y lo mucho que mi padre había arruinado mi vida. Porque él me destruyó, ¡Él no me dejó olvidarlo todo! ¡Él me convirtió en lo que soy ahora! ¡Una maldita prostituta fracasada! ¡Él me destruyó!

— Él me destruyó...— dejé escapar de mis labios con dificultad, con las mejillas humedecidas por las lágrimas y el maquillaje corrido—. Él me destruyó...— repetí, y recordé todas esas veces en las que dormí en la calle— Él me destruyó— dije una vez más con la mirada perdida, volviendo a sentirme lo peor de éste mundo y que no merecía más que la muerte.

Ser una muerta estaba mucho mejor, que vivir en un mundo cubierto de dolor y de injusticias.

Entonces vagamente recordé algo cuando mis ojos se encontraron con la puerta del baño... Recordé que tenía una hojilla en mi botiquín de emergencias. Y cuando desvié la mirada de aquel sitio y mis ojos se encontraron con mis muñecas cubiertas de cicatrices por mis cortadas. No lo pude seguir soportando, y desnuda corrí desesperadamente hasta el baño, donde entré y busqué con urgencia la hojilla que siempre guardaba ahí, por sí llegaba a tener las Santas bolas de hacerlo.

Cómo cometer un Asesinato ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora