Jacob.
Lunes, 15 de Abril de 2019.
Pasado.
No sabía cómo había terminado esposado con ese sujeto tan malditamente entrometido, o por qué extrañamente me hacía sentir feliz su presencia. Esa vibra de maldita positividad que me sacaba de quicio. Esa sonrisa tan malditamente perfecta, y ese brillo inocente que había en sus ojos verdes. Podía ver una pureza en sus ojos, y yo no quería ser la persona que los corrompiese. Una parte de mí quería alejarlo, y decirle que no me volviese a dirigir la palabra nunca más. Porque no quería que él se siguiera involucrando en mi vida de esa manera. Eso sería un problema para mis hermanas y para mí. Él no podía seguir acercándose a mí. Conociéndome. Y quise decírselo cuando me salvó al arrojarme en medio de ese camión, pues había sido la oportunidad perfecta para acabar con todo... Pero él me salvó.
Harry no me dejó... hacerlo.
Y ahora estaba a su lado dentro de una bañera. En un Motel en medio de la jodida noche. Sintiendo que lo que estábamos haciendo estaba mal, puesto que no eramos más que completos desconocidos que parecían estar refugiándose en el otro. Y él se veía tan inocente, ahí desnudo entre mis piernas, acostado entre mi pecho. Sin llegar a imaginarse que yo era un asesino serial.
Respiré hondo, y pegué mi espalda con mayor comodidad contra la pared de baldosas, mientras que seguía sintiendo como el agua tibia rodeaba nuestros cuerpos desnudos, y como él estaba tan cómodo entre mis piernas, recostado de mi fuerte pecho, que ni siquiera quería moverlo. Sus ojos estaban entrecerrados con una naturalidad bastante atractiva, y podía observarlo mirar con fijeza hacia el agua y ver cómo algunas veces dibujaba figuras con su dedo indice como un niño.
Nuestras miradas no se encontraron durante esos largos minutos en los que sólo nos quedamos en silencio, él dibujaba formas en el agua, y yo lo rodeaba con mis brazos, estrechándolo contra mí.
No sabía por qué lo hacía exactamente, pero abrazarlo me producía una extraña paz que no sabía cómo explicarlo. Y por eso no dejé de hacerlo, hasta que él se relamió los labios y se volvió hacia mí de cierta manera tímida, preguntándome:
- ¿Puedo hacerte una pregunta?- habló, rompiendo el hielo, mientras que nuestras miradas se encontraban y yo me daba cuenta de que sus mejillas estaban un poco sonrojadas.
Al igual, de que él parecía estar con los ojos clavados sobre mis labios, y eso me hizo entender que le habían estado gustando mis besos. Pero no lo iba a besar ahora, quería ver cuánto soportaba que no lo hiciera... Y sí él llegaba a hacerlo.
- ¿Qué quieres saber?- elevé una ceja, mirándolo con suavidad. Mientras que Harry se acomodaba cómodamente en mi pecho, y me miraba con ojos de cachorro.
Una mirada que se me hizo tan familiar que me recordó a... Zoe.
Era esa mirada que ella me daba antes de preguntarme o decirme algo que la entristecía. Y yo me sentí muy extraño cuando la vi en sus ojos verdes... ¿Por qué estaba tan preocupado?
No lo entendía, hasta que él me preguntó con un tono muy bajito y cauteloso:
- ¿Por qué... Tienes tantas cicatrices?- dejó escapar de sus labios, y todavía seguía mirando directo a mi boca.
Algo dentro de mí se sintió extraño al volver a escuchar eso, puesto que pensé que como estábamos tan cerca uno del otro, podía darse cuenta de que no era para nada perfecto. Y que seguramente yo no era lo que él buscaba en un hombre.
Si, seguro que no era tan guapo como sus ex's novios.
«¿Y eso qué tanto te preocupa, Jacob?», me susurré a mí mismo, y traté de no fruncir el ceño ante esa pregunta, pues me dí cuenta de que él parecía preguntarlo por una extraña preocupación que me revolvió el estómago. No, porque quisiera burlase de mí o algo. Por eso cuando noté que tenía los ojos humedecidos, sentí una punzada en el pecho, y desviando los ojos de su cara lo abracé fuerte contra mí.
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Cómo cometer un Asesinato ®
RomanceHarry Olsen tiene veintidós años, y es el hombre más joven en unirse al cuerpo policial de la ciudad. Pero en sus primeros días no le fue muy bien, pues adaptarse a sus compañeros de trabajo y a las cosas que se veían ahí no eran muy fáciles para él...