III

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Aidan la llevó a cenar a L'Espalier, uno de los restaurantes más elegantes de Back Bay, recientemente inaugurado. Estaba solo a unas calles de la casa de _____, pero ella no lo conocía. Durante la exquisita cena vegana, él no dijo absolutamente nada sobre el motivo por el que la había invitado. Charlaron sobre temas sin importancia. _____ se desanimó, pensando que quizá había cambiado de opinión. ¿Se atrevería ella a sugerírselo?

Entonces él pidió la cuenta. Antes de que pudiera darse cuenta, caminaban por Marlborough Street, en dirección a su apartamento. Ambos en silencio, con las manos en los bolsillos. _____ abrió la boca un par de veces, pero volvió a cerrarla sin pronunciar palabra. ¿Cómo sacar a relucir el tema? Quizá él se sintiera tan violento como ella. Quizá, simplemente, debiera preguntarle, sin pensarlo. Pero no se atrevía. Era muy consciente de la silueta de Aidan, alto y de anchos hombros, caminando junto a ella. _____ jamás lo había mirado más que como a un amigo, pero la idea de que pudiera ser su donante suscitaba en ella una atracción sexual, un deseo de intimidad y una fascinación que, por mucho que lo intentara, no podía borrar de su mente. Gallagher se había convertido en un hombre extremadamente atractivo. Sus cabellos eran castaños y espesos, y sus ojos, increíblemente verdes, resultaban aún más vívidos con su tez blanca. De adolescente había sido alto, pero un poco delgado. En la madurez, en cambio, se había hecho más fuerte, más musculoso. Debía entrenar a diario. Sí, era muy atractivo. Pero no debía alimentar ese tipo de sentimientos hacia su mejor amigo. En pocos minutos llegaron al apartamento de _____.

Al llegar a la puerta ella se dio la vuelta, pero antes de que pudiera decir nada él se adelantó:

-¿Puedo subir? Te pedí que saliéramos a cenar por una razón muy concreta, y aunque lo he intentado, no he sido capaz de decírtelo en toda la noche. - Sonrió el ojiverde.

-Por supuesto. - Contestó aliviada. - Me estaba preguntando qué ocurría. ¿Quieres un café? - Preguntó, tratando de reunir coraje.

-Te lo agradecería... - Contestó siguiéndola hasta el vestíbulo.

_____ colgó ambos abrigos y le señaló el salón, marchándose a la cocina a hacer café. Estaba segura de que Aidan lo tomaba sin complementos. Preparó una bandeja y volvió, dejándola sobre la mesa, delante del sofá, y tomando asiento. Él estaba de pie, delante de la ventana. Al oírla se volvió y se acercó a ella.

-Siéntate. - Invitó dando unas palmaditas en el sofá, junto a ella.

-Gracias. Tienes un apartamento muy bonito, no lo había visto. -

-No suelo invitar a nadie, es demasiado pequeño, pero al precio que está en Black Bay, tengo suerte de tenerlo. - Hubo un molesto y tenso silencio. Finalmente, Aidan dio un sorbo de café v se volvió hacia ella.

-_____, somos amigos desde hace mucho tiempo. Yo sé que tú quieres tener hijos... - Continuó haciendo una pausa para tomar aliento. - Y yo también quiero tenerlos. ¿Quieres casarte conmigo? -

Era imposible. Debía de haber oído mal. Sin embargo sabía que había oído bien. Su voz mostró toda su agitación y nerviosismo, al responder:

-¡No! Aidan...eso no es lo que quiero... es decir, tú tampoco quieres casarte conmigo realmente. Cuando me llamaste, pensé que... pensé... -

-¿Qué pensaste? - Preguntó él con sencillez, con calma, mirando su taza.

-Bueno, pensé que ibas a ofrecerme.... - _____ se ruborizó. - Ser el donante... -

-¿Pensaste, qué? - Volvió a preguntar él, con la boca abierta igual que ella instantes antes.

-Estuve todo el día pensando en lo que me dijiste... - Se apresuró a contestar. - Tenías razón sobre el riesgo que supone aceptar a un donante desconocido, por eso decidí que debía pedírselo a un amigo. Hice una lista de amigos solteros... -

𝐔𝐧 𝐇𝐢𝐣𝐨 𝐓𝐮𝐲𝐨 [ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ] (𝓐. 𝓖.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora