IX

522 58 0
                                    

Pero los días fueron pasando, y _____ no mejoraba. Apenas podía levantarse de la cama. Aidan continuaba de viaje. La llamaba con frecuencia pero ella seguía sin contarle nada. Dormía mucho. Penny iba a verla cada tarde, a informarla sobre la tienda. _____ llegó a estar tan débil, que no tenía fuerzas ni para vestirse. Por fin, un Lunes, volvió a llamar al médico. Le dieron cita para esa misma tarde. El problema era cómo llegar a la consulta, en su estado, pero _____ estaba dispuesta a hacerlo aunque fuera en ambulancia.

Aquel mismo lunes, a mediodía, Aidan miró el reloj. Acababa de bajar del avión, de vuelta de Chicago, y apenas podía esperar a ver a _____.

En el aeropuerto buscó su teléfono, deseoso de oír su voz. Debía estar en la galería, pensó. Sin embargo se equivocaba.

-Lo siento, pero la señorita Reilly no puede ponerse al teléfono. ,Puedo ayudarlo yo? -

-Dígale que soy Aidan. -

-No puedo, señor, no está en la galería. ¿Quiere que le dé algún mensaje? -

-Cuándo volverá? - Volvió a preguntar.

-No sabría decirle, señor. -

-Qué ocurre?, ¿está enferma? -

-Pues... ¿es usted...su amigo? -

-Pues, sí, supongo que esa sería una buena descripción... -

-¡Menos mal! Está en casa. ¿Por qué no va a verla? -

-¿Y por qué no está en la tienda? -

-No puedo decírselo, señor. -

-Está bien, olvídelo. Iré a verla a su casa. -

Aidan condujo a casa de _____ muy tenso, pensando en la posibilidad de que ella hubiera perdido al bebé. Sabía que los primeros meses de embarazo eran peligrosos.

Buscó un lugar donde aparcar y subió a toda prisa al apartamento. Llamó a la puerta y esperó. Esperó y esperó. Golpeó impaciente con el puño, y volvió a llamar. Finalmente, optó por utilizar la llave que le había dado _____.

-¡Aidan! -

Él la observó. Aferrada al marco de la puerta, su aspecto era lamentable. Con ojeras, el pelo lacio y revuelto, sus mejillas parecían más delgadas, y estaba sudando. Era evidente que había perdido peso.

-¿Has perdido al bebé? - Exigió saber, angustiado.

-No. - Contestó ella, perpleja. - Estoy... discúlpame... - Añadió corriendo al baño a vomitar.

Aidan fue incapaz de reaccionar, ante lo súbito de la situación. Tras unos instantes recapacitó. No había perdido al bebé, pero entonces, ¿qué...?

Minutos después, oyó un sonido inconfundible. Cerró la puerta principal y se apresuró al baño. La puerta estaba emparejada, casi cerrada.

-_____, voy a entrar.-

-¡No! - Contestó ella, apenas sin fuerzas.

Pero Aidan no hizo caso y entró. _____ estaba tirada en el suelo, junto al inodoro. Ella había logrado vomitar y lavarse la boca, y luego simplemente había caído al suelo. Tenía los ojos cerrados y el rostro muy pálido.

Aidan tomó una toalla, la mojó y se arrodilló a su lado para secarle con ella el sudor.

-¿Tienes malestar matutino? -

-No, es constante, todos los días, todo el tiempo. -

-¿Desde cuándo? -

-Desde hace una semana... Al principio solo tenía una ligera náusea, pero cada día estoy peor. Sólo me encuentro bien cuando estoy acostada. -

𝐔𝐧 𝐇𝐢𝐣𝐨 𝐓𝐮𝐲𝐨 [ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ] (𝓐. 𝓖.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora